Opinión

La opinión de Matías Vallés: El Madrid B explota el shock del Mallorca

Abdón y Thouaméni luchando por el balón.

Abdón y Thouaméni luchando por el balón. / Manu Mielniezuk

Matías Vallés

Matías Vallés

A sí termina la semana en que aprendimos que los mallorquines no solo se desprenden del suelo insular, también venden su territorio en Sevilla. El estrés postraumático del Mallorca copero afloró ante un equipo de verdad, que no es mediocre, ni acomplejado, ni triste. Que vence sin convencer, por obligación, porque Madrid y Barça son los Apple y Google de LaLiga. Este duopolio no solo ha acaparado 17 de los 20 últimos Campeonatos, ocho de diez en la década reciente. Por si necesitan más datos, las dos primeras posiciones han sido propiedad exclusiva del tándem Madrid/Barça en 14 de las 20 ediciones más próximas.

Un empate hubiera sido más importante que el triunfo en la final de Copa, pero el Madrid B explotó el shock que arrastra el Mallorca. El fútbol de élite es una mentira cortesana, así que Ancelotti asegura en vísperas que el Mallorca es el mejor equipo del mundo y a continuación saca al peor once madridista, como lo demuestra la inclusión de hasta cuatro jugadores españoles.

El Madrid estaba en Mallorca de paso, como todo el mundo empezando por el propio Javier Aguirre, el entrenador salomónico que no alineó a Abdón de inicio para sostenella y no enmendalla. Tampoco abrió con el estéril Larin, para ahorrarle el riesgo de las protestas de la grada.

El Madrid B es superior a cualquier alineación del Mallorca. Los blancos solo han perdido un partido en lo que va de Campeonato, la única esperanza mallorquinista se centraba en incrementar los seis empates que han cedido los blancos. O sea, en ganar por cero a cero.

Sorprendía contemplar a Bellingham alineado con los suplentes, aunque se redimió con su larguero y nada más. Privarse de Rodrygo era doloroso, pero cabe agradecerle a Ancelotti que nos librara de Vinicius, y no por argumentos deportivos. El extremo brasileño recibió una merecida pitada de la grada al salir tras el descanso. El monumental abucheo no iba solo dirigido al millonario brasileño, sino sobre todo contra los cortesanos que quieren convertirlo en un falso Gandhi. Si has logrado enfurecer hasta a los indiferentes mallorquines, tienes un problema.

La primera parte se asemejó al partido de ida de una eliminación copera, con ambos equipos tanteándose convencidos de que el duelo se resuelve en el partido de vuelta. Tras el gélido gol de Tchouaméni, el entrenador del Mallorca sacó a San Abdón en procesión. Casi marca en su primera intervención, pero la opresión que Madrid/Barça ejercen sobre LaLiga no se curará con milagros.

El Mallorca necesita una visita urgente al psicólogo. Su fulgurante trayectoria en la Copa no le descarga de responsabilidad, interpela y exige al equipo en LaLiga. Solo la salvación liguera abrillanta la gestión del torneo del KO, nunca a la viceversa. El misterio incomprensible del equipo bermellón consiste en que Darder solo salte al césped tras el descanso, y que además no tenga influencia alguna en el resultado. En los resultados. En lo positivo, Samú y Nastasic cursan magistrales en la labor de desmentir el fútbol rival.

Al Madrid que compareció ayer en Son Moix (palabra impronunciable para los virginales obsesionados con el nombre de sus equipos) no le da para eliminar al Manchester City, pero es su problema. A los indígenas solo debe preocuparnos que al Mallorca alcanzado ayer por el Rayo le aguardan siete finales de Copa. Si no las afronta con frescura, se parecerá a uno de esos hidalgos madrileños de traje raído y mentón enhiesto, que carentes de hacienda solo podían cantar glorias pretéritas.

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