Fútbol. Primera División

Un gol de rebote condena al Mallorca ante el Real Madrid

El conjunto bermellón, que no ha tenido su mejor día con el balón, se queda a seis puntos del descenso a falta de lo que haga el Cádiz ante el Barcelona

Gran ovación a Abdón de Son Moix, que ha registrado su mejor entrada de la temporada

Muriqi intenta rematar ante la presión de Rüdiger.

Muriqi intenta rematar ante la presión de Rüdiger. / RCDM

Miguel Chacártegui

Miguel Chacártegui

El RCD Mallorca ha caído por la mínima ante el Real Madrid (0-1) con un gol de rebote de Tchouaméni a los tres minutos de la segunda parte. Los bermellones, que han mostrado síntomas de fatiga por la Copa del Rey, no han tenido muchas ocasiones de gol ante un conjunto blanco al que Rajkovic ha impedido que cerraran el partido antes. Los bermellones se mantienen a seis puntos del descenso a falta de lo que ocurra en el Cádiz-Barcelona.

Tocaba Son Moix y volver a reencontrarse con la afición tras la final de La Cartuja. Y la afición ha respondido animando sin parar durante los noventa minutos. Un día en el que la hinchada bermellona ha dejado claro su afecto por Abdón con una ovación cómo hacía que no se veía en el estadio.

Javier Aguirre, como era de esperar tras el bestial esfuerzo de la Copa, realizó algunas modificaciones en el once. Además de cambiar el sistema, reforzando el centro del campo y dejando solo a Muriqi arriba, una de las grandes novedades fue la titularidad de Pablo Maffeo, algo que no hacía desde el 13 de enero ante el Celta.

El plan era claro: esperar con las líneas juntas e intentar sorprender a la contra. El problema es que no había velocidad y la portería estaba muy lejos. Los primeros veinte minutos del choque, con una de las mejores entradas de la temporada en Son Moix, fueron un monólogo de los de Carlos Ancelotti. Suya era la posesión y vivían en terreno de juego de los de Aguirre, pero sin pisar siquiera el área. Morlanes, Samú, Antonio y Dani cerraban los espacios por dentro, dejando muy pocas opciones al Real Madrid, que echaba en falta a sus dos extremos brasileños en el campo.

La afición, que no dejó de animar en todo el partido, pareció dar valor a los bermellones, que poco a poco se fueron soltando con el balón, trenzando alguna jugada e intentando no desprenderse de ella a las primeras de cambio, corriendo algún susto y provocando algún microinfarto, como el de Rajkovic al regatear a Joselu.

La banda derecha, con Maffeo y Antonio, aglutinaba las pocas jugadas de ataque del Mallorca, que gracias al balón y no a los envíos en largo iba creciendo en el partido. Muriqi, demasiado solo arriba, apenas entraba en juego y los pocos balones que tocaba eran para descargar de cara hacia sus compañeros. Sin embargo, la falta de veneno volvía a afectar a los locales, que desaprovechaban situaciones claras para disparar por falta de decisión para desesperación de los aficionados.

No fue hasta el minuto treinta cuando muchos en la grada se despertaron con la ocasión de Antonio Raíllo. El central se impuso por alto en un saque de esquina y su remate, picado, lo rechazó bien Lunin. El Madrid respondió a continuación con un derechazo de Bellingham que se estrelló en el larguero. Poco más en una primera parte sosa y en la que ninguno de los dos equipos querían correr riesgos innecesarios.

En el arranque de la segunda parte, Bellingham avisaba con un disparo raso desde fuera del área. Y apenas tres minutos después, un chut de Tchouaméni desde fuera del área rebotaba en Morlanes y trazaba una parábola imposible para Rajkovic, que se quedó mirando cómo entraba la pelota.

El gol hacía daño al Mallorca, que dejaba mayores huecos en su ímpetu de intentar salir hacia adelante. Aguirre movía ficha dando entrada en el campo a Darder, Mascarell y Abdón, buscando mayor presencia arriba. Pero lo que pasó fue que Rajkovic, en una reacción difícil de ver, impedía el gol a Brahim desde el suelo estirando el pie cuando ya se mascaba el segundo. Ancelotti metía en el campo a Vinicius, llevándose el brasileño una pitada de época en Son Moix.

Los cambios no acaban de surtir efecto y daba la impresión de que estaba más cerca el 0-2 que el 1-1. Nastasic, bajo palos, sacaba el remate de Valverde en una jugada extraña llena de rebotes.

El cansancio en ambos equipos se empezaba a notar. Darder, con una volea desde más de veinte metros, obligaba a lucirse a Lunin avisando de que no estaba todo acabado todavía. Con la entrada de Radonjic en el 77, Aguirre rompía la defensa de cinco, pero hoy no era el día. Ni incluso cuando Muriqi, en la última jugada del partido, le quitaba el balón a Lunin de las manos, pero su remate se iba fuera.

El Mallorca se quedará esperando el resultado del Cádiz ante el Barcelona para saber si mantiene la ventaja de seis puntos con el descenso o se reduce.