Opinión
Un despilfarro inasumible, por Antoni Ruiz
Antoni Ruiz
En el fútbol hay partidos que hay que ganar sí o sí. Cuando te enfrentas al único equipo de las cinco grandes Ligas de Europa que no ha ganado un partido, colista destacado, por no decir que a estas alturas es ya un conjunto de Segunda, no hay otra opción que la victoria. Y el Mallorca no la logró ante el Almería, un fracaso rotundo, por mucho que el conformismo que trata de transmitirle Aguirre al mallorquinismo sea que no ha ido tan mal, porque se ha sumado un punto y se ha mantenido la portería a cero por tercer partido consecutivo.
El Mallorca desperdició una ocasión para enderezar su situación. Lo hizo porque lo sucedido sobre el césped de Almería fue un reflejo de lo que es este equipo. Un once que lo fía todo a la defensa, de cinco hasta que la situación aprieta, y que necesita un mundo para marcar un gol. Un mundo que son ocasiones clarísimas con diferentes protagonistas: Larín, Dani, Samu y hasta Llabrés, después de una de las pocas jugadas con sentido que ha sido capaz de ejecutar esta Liga Amath.
La fase creativa de juego del Mallorca sigue siendo un solar. Darder sigue sin influir decisivamente sobre el juego de ataque, por más que el mexicano prueba con él distintos esquemas. Y de la ejecución final, o sea de marcar gol, ya no hablemos. Los números cantan cuando eres el segundo equipo de la categoría que menos anota. Los de ayer son puntos que, cuando se hace balance de la temporada, se consideran que no debían haberse perdido. Esperemos que no sea así y que todo se quede en que fue un día sin suerte.
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