Opinión

La abismal diferencia entre el Collerense y el Mallorca en el caso Rubiales

Una manifestante en la protesta contra Rubiales muestra una pancarta.

Una manifestante en la protesta contra Rubiales muestra una pancarta. / EFE

Ricard Cabot

Ricard Cabot

En la cascada de reacciones al caso Rubiales, muchas oportunistas, cuando el personaje ya estaba en la picota, las ha habido de todos los colores. Unas valientes, otras más tibias y las que más, cobardes y hasta de vergüenza ajena. El ya expresidente de la Federación Española de Fútbol, después de que la FIFA le haya suspendido por tres meses, se ha sentido impune porque se ha notado siempre protegido por los clubes, como se ha demostrado en algunos de los comunicados emitidos por las entidades deportivas, entre ellas el Mallorca.  Comparar las notas del club bermellón y el Collerense, por ejemplo, sin olvidarse del Poblense o Son Sardina entre otros, es como hablar del día y la noche. La del Mallorca se limita a mostrar su «más enérgico rechazo a cualquier acto o manifestación que degrade y menosprecie la dignidad de la mujer», sin citar en ningún momento al causante de este menosprecio, Luis Rubiales, y mucho menos pedir su dimisión. El Mallorca podría haber hecho uso de esta frase ayer, el año que viene o hace dos décadas. Podrían habérselo ahorrado. A esto se le llama ponerse de perfil en un tema en el que, si te pronuncias, te has de mojar y no limitarse a decir obviedades. Sin duda, el Mallorca ha dejado pasar una gran oportunidad de recuperar gran parte de la integridad que perdió con el escándalo de racismo y machismo de su anterior propietario, Robert Sarver.

El Mallorca ha dejado pasar una gran oportunidad de recuperar parte de la integridad perdida con Sarver

Vayamos al comunicado del Collerense,

en las antípodas del emitido por el Mallorca, que afirma que el fútbol no puede estar representado por gente que atenta los valores de la educación, respeto e igualdad. «Por favor, presidente, dimite por el bien de como dices es lo que más quieres, el fútbol». Difícilmente se puede decir más claro.     Capítulo aparte merece Pep Barceló, técnico del Manacor y miembro del comité de entrenadores, que casi se queda solo en la encendida y vergonzosa defensa de un Rubiales hundido. Barceló no se ha enterado en qué año ni en qué mundo vive. Su club, el Manacor, que sí denunció «el comportamiento inaceptable» de Rubiales, no se merece un técnico con tan poca categoría humana. Aliarse con un personaje tan denostado y con claros tintes machistas es pegarse un tiro en el pie. Tipos como Barceló, Rubiales, Vilda e incluso De la Fuente, que ha pasado de aplaudir a criticar a su presidente en menos de 24 horas -solo cuando la FIFA le condenó-, no tienen cabida en el fútbol moderno, en el que tan o más importante es tu comportamiento en el campo como fuera de él. 

Más vale tarde que nunca

se puede decir de la Federación Balear que preside Pep Sansó, que a última hora de la tarde de ayer expresó su «absoluto rechazo a la actitud de Rubiales, que dista mucho de lo que se espera de nuestro máximo representante». Menos da una piedra.

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