No es la primera vez que vivo lo que se llama un Dejà vu. Ayer fue uno de esos días. Seguro que es algo que también le ocurrió a Manolo Reina, que parecía reencarnado en Bill Murray en la película ‘Atrapado en el tiempo’. El guardameta mallorquín revivió su particular Día de la marmota ante el Fuenlabrada. Al igual que en el partido de la primera vuelta, dos monumentales errores del portero rojillo le costaron otros tantos goles absurdos al equipo de García Plaza, que debería plantearse dejar en el banquillo a Reina si volvemos a enfrentarnos al equipo madrileño. Partiríamos con dos goles de ventaja. Dos pifias monumentales que sacaron del partido a un equipo que no sabía siquiera como crear fútbol. La sala de máquinas del Mallorca está desaparecida hace varias jornadas, desde que Galarreta se cayó del equipo por lesión. Ni la presencia de Aleix Febas aportó algo nuevo a lo poco que están dando de sí Salva Sevilla y Dani Rodríguez. El partido estaba más que decidido ya en la primera mitad, por mucho que como es lógico el Mallorca saliera a quemar las naves en la segunda parte, en la que se tuvieran claras ocasiones, falladas algunas por la falta de calidad.

El colchón de puntos es importante pero lo peor en la situación actual son las sensaciones, y estas señalan que el equipo ha perdido parte de las señas de identidad que le han llevado a lo más alto de la tabla. Hay que enmendarlo antes de que sea demasiado tarde o todo lo logrado no servirá de nada.