Lletra menuda
El colapso sobre la mesa
La presión creciente de visitantes no es el único embotellamiento que aqueja a la península de Formentor.
El próximo 1 de junio volverán a entrar en vigor las restricciones de acceso al faro de Formentor. Con el paso del tiempo la fecha escogida para instalar los controles se ha vuelto poco menos que aleatoria, en detrimento de la necesidad real, porque desde hace semanas ya, el tránsito por la pintoresca carretera se regula por la paciencia, la cautela y la espera de coches de alquiler, cicloturistas y senderistas.
De forma asociada a todo ello queda demostrado también que la presión cada vez más creciente de visitantes no es el único embotellamiento que aqueja a la península de Formentor. La gestión de esta situación constituye un colapso en sí misma que queda estacionado sobre la mesa de los gestores públicos. Veamos.
A la espera de la última palabra de la Justicia sobre si la cesión del aparcamiento situado junto a la playa reúne la condición de «obligatoria y gratuita» y dado que no ha prosperado la petición de medidas cautelares demandas por el hotel para evitarlo, el Ayuntamiento de Pollença asume la administración directa del codiciado parking. Hace tiempo que aspiraba a ello, pero no se ha entrenado de forma adecuada y ahora debe asumirlo casi por las bravas, sin un plan de explotación definido y basculando entre una ordenanza, de la que no dispone, que permita implantar un sistema de pago para el usuario o la cesión externa estableciendo un canon periódico. Mientras se deshoja la margarita de la gestión administrativa eficaz, dejar el coche en el aparcamiento de Formentor será gratis total. Ni cobrará el hotel que se queja de perder negocio ni el Ayuntamiento que no ha previsto el reglamento. Solo permanece la seguridad de que el espacio estará siempre lleno de coches y de que su control también será un trabajo problemático y en precario.
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