LLETRA MENUDA

La deslocalización de los servicios

Llorenç Riera

Llorenç Riera

De la desolación a la presión para edificar. El proceso que ahora experimenta el área industrial de Binissalem no es una excepción en Mallorca aunque si un caso significativo por su dimensión. En la isla proliferan los polígonos infrautilizados o directamente no estrenados. Salta a la vista aunque, por si acaso quedara alguna duda, en 2021 el IDI, el organismo que tiene por misión canalizar la demanda de estos espacios, ya cifró en 800 el número de parcelas industriales vacías, es decir, un 15% del total.

En la tierra del monocultivo turístico la demanda de naves de producción o distribución de servicios está claramente a la baja. Salvo casos puntuales, las zonas industriales existentes van sobradas para responder al consumo de infraestructuras hoteleras y residentes. Pero los ayuntamientos, en su empeño de hacer cosas por el simple hecho de hacerlas, siguen creando polígonos industriales a destiempo y sin el aval de análisis previos sobre su necesidad real. De este modo se ha consolidado también la deslocalización de instalaciones y servicios. Como ha ocurrido en Binissalem, en bastantes municipios se han instalado empresas que no tienen arraigo ni antecedentes en el lugar con lo cual se fomenta la movilidad constante de trabajadores y el uso de vehículos privados.

También en este proceso, para intentar tapar la desolación, se fuerza la ubicación de servicios que nada tienen que ver con la producción industrial. Se ha dado el caso de polígonos transformados en parques fotovoltaicos o, volviendo a Binissalem, la creación de una residencia que, tan distante del pueblo, solo servirá para aislar más a sus usuarios. No tiene sentido ampliar un polígono en el que las empresas locales solo ocuparían el 8% de su extensión disponible.

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