LLETRA MENUDA

El paisaje se despeja en beneficio del lujo exclusivo

Llorenç Riera

Llorenç Riera

Antes que la procesionaria que habita en ellos, los pinos se han convertido en el enemigo a batir. Los hoteles han visto en el árbol insignia del Mediterráneo al adversario a semejanza de lo que le ocurre a Don Quijote con los molinos de viento.

A pesar de que esto no es La Mancha ni una ficción literaria inmortal, ocurre de forma algo sutil en las plazas de Palma y con intenciones más directas y veladas en Formentor. Entendámoslo. No se quiere hacer un mantenimiento del denso pinar que da identidad a la península. La empresa propietaria de los terrenos colindantes al hotel transformado aboga por la tala directa bajo pretexto de incendio y plaga de Tomicus. De este modo las vistas desde el establecimiento quedarán despejadas de estorbos vegetales. El lujo exclusivo debe llegar hasta el horizonte. Conviene situar la inversión de términos en su dimensión real. No es un hotel situado en Formentor, es la península al servicio y disposición del hotel. Sorprende en ello la benevolencia de una administración autonómica tan estricta en otros casos.

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