Lletra menuda: Algo más que una pérdida económica

Cuando hay que afrontar un imprevisto o una inversión que supera los dispendios del presupuesto, las parroquias acostumbran a apelar a la generosidad, ya no solo de los fieles, sino también de la ciudadanía concienciada sobre el valor del patrimonio eclesiástico. Para estimular las contribuciones económicas se recurre a la organización de actos propicios para la recaudación. Es lo que han hecho en Sa Pobla para pagar la reparación de los destrozos causados por la borrasca Gloria, en enero de 2020, al rosetón de la iglesia.

Una cena, el sábado pasado, reunió 3.000 euros, una ganancia que duró poco porque alguien se apropió del contenido de la caja que contenía esta recaudación, con la complicidad del exceso de confianza de un rector que, pese a sus urgencias físicas, no supo tomar las debidas precauciones en un entorno concurrido.

Roban las donaciones recaudadas en un concierto solidario para restaurar el rosetón de sa Pobla

Pero aquí no hay más responsable que el autor o autores de un robo perpetrado sin escrúpulos y ajeno a toda sensibilidad social. Arañar al débil o sobre lo que es patrimonio y voluntad de todos, siempre duele más y, por lo menos en cuanto a percepción colectiva, comporta la carga de agravantes al margen de la condición personal de los protagonistas de la fechoría.

Importa la cantidad económica, pero en este robo de la rectoría de sa Pobla pesa también, y mucho, el daño emocional. Es un golpe bajo a la sensibilidad de una comunidad parroquial que, pocos días antes, ya se había visto lastimada con pintadas vandálicas.

Es posible, como aprovecha para apuntar El Pi, que en sa Pobla falten efectivos policiales, pero una cosa no justifica ni tapa la otra. Bien está que se incremente la vigilancia, pero aquí, lo que escuece ahora, es que se ha perpetrado un robo más allá de lo particular o privado.

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