Entrevista | Entrevista

Antoni Puigserver 'Puig': «Cuando empecé como Dimoni Gros, los jóvenes pensaban que Sant Antoni era para gente mayor»

«La colla no bebe alcohol durante la fiesta, debemos poner ‘seny’ y dar ejemplo», afirma

Antoni Puigserver 'Puig', en Manacor.

Antoni Puigserver 'Puig', en Manacor. / Sebastià Sansó

Sebastià Sansó

Sebastià Sansó

¿Cómo empieza uno a ser ‘dimoni’?

Desde 1987 que trabajo en hostelería, como director de distintos hoteles del Grupo Protur. Cuando empecé a hacer de ‘dimoni’ sólo tenía 21 años. Estudiaba y los veranos trabajaba en el Hotel Punta de n’Amer. En la primera Dimoniada el Patronat tenía dos caretas libres, cuando la colla aún tenía otros dos ‘dimonis grossos’ que acompañaban al principal, o sea que antes eran cinco y no tres como ahora. Lo digo porque por aquel entonces nadie quería ser ‘dimoni’, así que nos lo propusieron a mi primo Matey y a mí. Ya en 1991 cuando el anterior Dimoni Gros, Jaume Melis, se retiró, él mismo me propuso a mi si quería coger el relevo... y desde entonces hasta este año.

¿Por qué este año ya no? ¿Ha perdido la ilusión?

Siempre había dicho que al cumplir los 60 años me retiraría y dejaría paso a otra gente. Pero el cumpleaños coincidió con la pandemia y la cancelación de la fiesta. Así que el año pasado quise despedirme bailando. Pero hasta aquí. No es que tenga ningún problema físico ni esté cansado, pero también quiero poder ir de ‘foguerons’ y disfrutar de Sant Antoni con mi familia. Además, como el Patronat ya había organizado el curso público para aprender a bailar, pude comunicarlo al Baciner con mayor tranquilidad, al saber que el futuro estaba asegurado.

¿Cómo soportan tantas horas bailando?

Ciertamente llegamos a bailar unas 28 horas entre el 16 y el 17 de enero. Manacor ha crecido, así que cada vez la cosa se complica. Pero lo hacemos con sentimiento y muy contentos.

Un recorrido que desde hace años ya no llega a Son Macià, donde antes terminaba. ¿Lo echa de menos?

Sí que echo de menos Son Macià, pero respeto la decisión que tomaron en su momento de crear un grupo propio de Dimonis. Está claro que ese camino que hacíamos en camión hasta encontrarnos con la plaza llena… era un final precioso. Cabe recordar que antes también íbamos a Portocristo a bailar.

Los camiones de antaño.

Teníamos dos: el de Sastrillo, que era para transportar muebles y el de Na Mari, uno de 3.500 kilos con toldo, que era de obra. Antes recorríamos el pueblo en camión, además de un autocar grande de Pou y otro más sencillo detrás. Tras encender la primera hoguera (la de la Rectoría), hacíamos el centro a pie, para después subirnos e ir a los ‘foguerons’ que habían sido premiados, por orden. Tras la restauración del carro original, el camión se retiró. Hace años que vamos a pie, es más cansado, pero hacemos a mucha más gente contenta y llegamos a muchos más sitios que de otra forma no podríamos.

Sant Antoni es cada vez más joven. ¿Cómo explica que una fiesta tan tradicional haya calado tanto en la juventud?

Pienso que es lo natural. Es cuestión de estimularles. Antes pensaban que Sant Antoni era para gente mayor. Y no es así. Todo el mundo puede participar. Además, las escuelas se han involucrado muchísimo y eso ha creado una base que se ha ido asentando y creciendo.

¿Se ha sentido alguna vez agobiado por el gentío?

Está claro que es un día de beber ‘herbes’, pero siempre hemos notado el respeto de la gente. Si alguien se pasa, los demás le riñen y corrigen. Si se fija, aparte de los problemas normales derivados de una fiesta con tanta gente, afortunadamente nunca ocurre nada importante. Entre otras cosas porque es el propio Patronat quien, al terminar, cada año analiza cuáles han sido los puntos conflictivos y qué mejorar de cara al siguiente: dónde se han formado aglomeraciones, cuellos de botella, etcétera. Poco a poco se han ido implementando campañas de concienciación que terminan por influir de forma positiva en que sea una fiesta cívica.

¿Ustedes beben durante la fiesta?

La colla no bebe alcohol, debemos poner ‘seny’ y dar ejemplo… Aparte de que no sería bueno para aguantar físicamente hablando. Todo lo contrario, nos hidratamos a cada instante, por eso yo nunca he perdido nunca más de un kilo o kilo y medio después de la fiesta de Sant Antoni.

¿Cuánto pesa la careta de Simoni Gros?

La primera, que ahora está guardada en el museo de Manacor, pesaba 4,8 kilos, la actual no llega a 3, lo que se nota mucho, claro. A día de hoy en realidad tenemos dos, una hecha por Pere Pascual y la otra diseñada por Sebastià Riera Pocoví. Alguna vez se ha pensado en sacar el original en Beneïdes, pero los cuernos son de verdad y puede ser peligroso, sobre todo para los niños.

Pocas veces se le ha visto a usted sin ella.

Al final te la quitas las menos veces posibles, sólo para comer y beber. Debemos ser humildes y pensar que la figura, el ‘dimoni’ es lo que cuenta, no yo.

¿Es complicado ver a través de ella?

De cerca dejas de ver por los laterales, hasta 4 o 5 metros lejos no tienes una imagen completa. A veces he tenido problemas con algún toldo o me he golpeado las rodillas con un bolardo inesperado.

¿Algún tipo de preparación física especial?

Tienes que estar mínimamente preparado, pero tampoco hacía nada especial. Toda la vida he jugado al baloncesto y al tenis, o sea que no he tenido problemas en este sentido.

¿La coreografía de baile es muy distinta de un Dimoni a otro?

Es una mezcla entre jota y vals. Jaume Melis, por ejemplo, sólo bailaba el vals y creo que por eso daba más miedo, yo he sido más ‘cucarell’. Lo importante es seguir el ritmo de la barra. Buscar con la mirada la cara que tenga más miedo y acercarte al final, así es seguro que el baile sale bien.

¿A la gente les sigue asustando el Dimoni Gros de Manacor?

Todavía hay gente que tiene miedo sí, sobre todo gente mayor que cuando ve el Dimoni Gros se alejan diez metros. Pero por lo general ahora disfrutan más que tener miedo.

¿Cómo es la vida normal de un ‘dimoni’ el resto del año?

Una vida de lo normal, pensando cada día en el 16 y 17 de enero y bajando a dormir al infierno. Tienes que ser malo y lo sabrá, está todo muy caliente.

¿Por qué ya no hay Dimoniades?

Las Dimoniades se acabaron porque llegó un punto en que cada año debían ser mejores, cada pueblo las quería más espectaculares y más costosas… recuerdo que la primera que se hizo en Manacor, en Can Jordi des Racó, con cuatro cocas nos lo pasamos en grande y quedó muy auténtica. No hace falta pasarse de presupuesto y tener que invitar a 800 personas para hacer una buena Dimoniada.

¿La careta del Dimoni Gros de Manacor es la más feroz?

Sin lugar a dudas la de Manacor es la más ‘feresta’ de entre los 45 o 50 pueblos de Mallorca que tienen demonio.

¿Recuerda algún momento en especial de estos 40 años?

Si tuviera que recordar algún momento especial, ahora mismo serían dos. Uno del año pasado cuando después del último baile, un grupo de entre 50 y 60 personas, sabiendo que ya no bailaríamos más, nos acompañaron hasta el final, en la calle de Sant Roc, y allí nos dedicaron grandes aplausos. Fue muy emocionante. Y el otro momento fue en los años noventa cuando un niño muy pequeño nos acompañó más de dos horas y media baile tras baile, plaza tras plaza. Vi que me daba la mano para ir de un sitio a otro y le llegué a preguntarle: ¿Tus padres saben que estás aquí…? Me dijo que sí, pero como lo veíamos solo, al estar a la plaza de Sant Jaume avisamos en la Policía. Sus padres estaban desesperados. Hacía horas que le buscaban.

Suscríbete para seguir leyendo