Un submarino en el Porto Cristo de 1915

Andreu Amer ‘Correu’ fabricó de forma casera una nave de madera de siete metros de eslora que llegó a navegar por la bahía

El primer día de prueba del  ‘submarino’ (en el círculo rojo) en la playa de Porto Cristo, con Cas Correu al fondo.

El primer día de prueba del ‘submarino’ (en el círculo rojo) en la playa de Porto Cristo, con Cas Correu al fondo. / Archivo Perlas y Cuevas

Sebastià Sansó

Sebastià Sansó

Hace más de cien años, un grupo de pioneros elegantemente vestidos pisaron la playa de Porto Cristo con un gesto entre preocupado y de ilusión. Sabían que estaban a punto de hacer historia, pero también que, como todo aquel que intenta hacer cosas nuevas, el reto puede ir mal. Andreu Amer Nadal, Andreu ‘Correu, iba bien peinado, bigote y raya en medio. Él fue quien comandó la prueba definitiva. Era 1915 y ésta es la historia del primer ‘submarino’ construido en el municipio.

Amer ya estaba bien familiarizado con el mar. Él mismo había construido una especie de patera con la que una vez salió de pesca. Decimos una vez porque se hundió a la primera… Pero lo que podría parecer un fracaso fue la idea de ir más allá. En ese preciso momento aseguró a los amigos que le acompañaban, Salvador Vadell Ginard y Antoni Bonet Miquel ‘Fai’, que diseñaría un barco que nunca podría hundirse. «Porque cerrará igual de encima que de debajo», dijo.

Aquella primera barca casera tenía una gran vela hecha de sábanas robadas a su tío, Joan Amer, recortadas y cosidas a escondidas hasta darles forma en la Cova des Pelats. Los Amer eran familia intelectual. Casi desde los años fundacionales de Porto Cristo, ellos fueron quienes excavaron los restos arqueológicos de la basílica paleocristiana de sa Carrotja. Descubrieron y explotaron la denominada como Cueva de Santa Elena, y desde su palacio de Cas Correu hicieron una intensa campaña de localización y estudio de numerosos yacimientos del litoral y la comarca.

Andreu ‘Correu’ estuvo entre seis y siete años en construir el submarino. Empezó en algún momento del año 1908, y no terminó hasta principios de 1915. El carné de inscripción marítima del aparato decía que en aquellos instantes, Andreu tenía 26 años. Estuvo tiempo porque éste no era su único empleo. Aunque hacía vida en Porto Cristo, trabajaba en el banco que don Andreu Llabrés tenía en Manacor. Más tarde se sacaría la carrera de aparejador.

Utilizó 36 tablones de veinte palmos cada uno, aserrados a mano. Muchos de ellos por dos niños que le ayudaron a dos céntimos de peseta el tablón: Pep y Cifre. Él mismo diseñó todos los planos. Salió en forma de puro, con una torreta central en la parte superior que cerraba herméticamente. Y aunque fuera todo hecho con madera, estaba forrado de zinc. Con pequeños lucernarios rectangulares en los laterales, cerrados con cristales gruesos, que todavía se conservan conjuntamente con las herramientas utilizadas.

Su eslora de 7 metros coincidía exactamente con la del Ictíneo del catalán Narcís Monturiol, padre español de los submarinos con el murciano Isaac Peral. La hoja de registro de la Comandancia de Marina de Mallorca, con fecha de 24 de marzo de 1915, dice que en su parte más ancha, o sea de manga central, medía 1,82 metros y que de ‘puntal’ o altura interior útil 1,58 metros. Su desplazamiento era de 6,27 toneladas.

Mil pesetas

La embarcación, a la que puso el nombre de ‘Naturaleza’, costó exactamente mil pesetas. ‘Correu’ se tomó muy en serio aquel insumergible. Enseguida que tuviera los papeles quería probarlo, quería saber si podría cumplir aquella promesa. El 16 de marzo llegó la Libreta de Inscripción Marítima, que dice ‘Apostadero de Cartagena, provincia de Mallorca, distrito de Palma’, propiedad de Andreu Amer, nacido el 3 de octubre de 1888 y domiciliado en la calle Burdils (la libreta dice erróneamente calle Burdeos, en castellano).

Altura regular, complexión robusta, cara sana, cabellos rubios y ojos azules. Cojo de la pierna izquierda. Todo esto decía en su carnet, de dos páginas y cinco sellos. El director local de Navegación y Pesca de Palma, Miguel A. Montojo, le firmó la autorización para que botara la ‘Naturaleza’ como barca de pesca de recreo. Después de pagar las cuatro pesetas del documento estaba todo listo. La playa esperaba.

Como el submarino había sido realizado en el garaje familiar de la calle Burdils, frente a la playa, bastó con unos rodillos de madera para desplazarlo hasta la arena. Los nervios así como se acercó al agua dejaron paso a las risas… ¡¡funcionaba!! ¡navegaba!. El submarino iba impulsado por una pequeña caldera con una chimenea diminuta. Y aquí viene la ‘decepción’: que nunca fue un submarino como tal sino un insumergible, un cuerpo estanco que navegó por el interior de la bahía de Porto Cristo y quedó amarrado unos años en s’Enderrosall Petit, al lado de Cas Correu. Hasta que un temporal lo desató y lo dejó varado en la playa.

…Y allí quedó, abandonado, para que niños y adultos lo utilizaran de entretenimiento y poco a poco le fueran arrancando las placas de zinc hasta dejarlo en las costillas. Hasta que Antoni ‘Fai’ acabó desguazándolo. Por cierto, los niños Pep y Cifre incluso tienen una glosa que dice así: ‘En Pep fa ses ximenees / En Cifre es ventadors / Vaja unes putes idees / Per posar noms a tots dos’.

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