Siete días de infierno en el sur de la Serra

El próximo 26 de julio se cumplirán diez años del gran incendio forestal que arrasó 2.406 hectáreas en Andratx, Calvià y Estellencs

Este próximo miércoles, 26 de julio, se cumplirán diez años exactos del día en el que el sur de la Serra de Tramuntana se convirtió en un infierno que mantuvo a todos los mallorquines con el corazón en un puño a lo largo de 7 días, ya que el fuego no quedó controlado hasta el 2 de agosto y sólo se consideró extinguido el 13 de ese mismo mes. Era el año 2013. El peor incendio forestal de Mallorca se originó por la imprudencia de un vecino de Andratx que depositó las brasas sin apagar de una barbacoa en un montón de restos de poda en la zona de sa Coma Calenta del municipio ‘andritxol’. La semilla del diablo estaba sembrada. Luego, se produjo la combustión y afectó a la masa forestal colindante. La temperatura era cercana a los 38 grados, la humedad relativa entorno al 35% y la velocidad del viento cercana a los nueve metros por segundo.

El fuego se propagó a una gran velocidad. El humo era visible desde el espacio. En la isla no se hablaba de otra cosa porque ardía sin remedio una enorme extensión de la Serra de Tramuntana. El fuego se aproximaba de forma temeraria a poblaciones como Estellencs, donde los vecinos tuvieron que ser desalojados. Finalmente, el incendio arrasó 2.406 hectáreas, de las cuales 2.087 se localizaron en Andratx, 207 enEstellencs y 111 en Calvià.

El recuerdo de aquellos días trágicos sigue estando muy presente en la memoria de las personas que vieron el fuego cerca.

«Los ojos me hacen ‘plorera’»

Enrique Moreno y su mujer tienen una casa de campo en la zona que sufrió el incendio, cerca de Andratx. En los días en que se produjo el fuego no estaban en la casa, sino que vieron unos días después los efectos que había causado. Asegura que todavía se ven afectados por lo que ocurrió. Afortunadamente para ellos, la casa no se vio dañada por las llamas, pero sí todo el entorno, que sufre unas secuelas que, diez años después, aún son visibles. «Los ojos me hacen ‘plorera’ cuando lo veo, ver todo cómo está. Hay aún muchos árboles por el suelo, ramas… Me sigue doliendo cada vez que paseo por ese entorno», apunta. Él explica que ésa es una casa de campo «de toda la vida». La cuidan su mujer y él, y hacen lo que está en sus manos para mejorar el entorno. 

«Se me puso la piel de gallina»

Leonor Bosch es la alcaldesa de Banyalbufar. Cuando se produjo el incendio, tenía unos 22 años. Asegura que no olvidará ese día. «De repente empecé a ver columna de humo y llamé a mi padre. Le dije: “¡Mira esto!». Vimos el incendio declarado en Andratx. Nos preocupó. Recuerdo sobre todo una imagen de esa noche. Estábamos con los amigos por el pueblo y nos dijeron que en Estellencs los desalojaban. Cogimos los coches y fuimos a la torre des Verger. Se nos puso la piel de gallina al ver toda la silueta de Estellencs, de sa Dragonera, de color rojo, naranja. Tengo la imagen grabada en los ojos. Insisto, se me pone aún hoy la piel de gallina. Nos asustamos un poco en Banyalbufar por si el fuego iban tan rápido, era probable que fuésemos los siguientes. Por suerte, lo controlaron. El desastre pudo haber sido peor».

Bosch afirma que el rastro del fuego devastador aún se percibe en algunas zonas afectadas, donde se ha hecho mucho trabajo de recuperación desde entonces. En todo caso, ella considera que la gestión forestal no debe descuidarse a fin de prevenir que este tipo de desastres naturales se repitan y más en un contexto de calentamiento global. «En nuestro caso y en toda la Serra, tenemos una masa forestal enorme que está en manos privadas, la mayoría. Creo que las administraciones supramunicipales porque los pequeños no podemos hacer gran cosa, es interesante que todas las administraciones nos impliquemos. No nos podemos despistar. Ante este cambio climático que es innegable, los fenómenos de este tipo irán a más. Los incendios en verano son mi peor miedo».

Enrique Moreno muestra hasta dónde llegó el fuego en su propiedad: «Me sigue doliendo cuando paseo por aquí».

Enrique Moreno muestra hasta dónde llegó el fuego en su propiedad: «Me sigue doliendo cuando paseo por aquí». / Juan Luis Iglesias

«El humo daba miedo»

El bombero forestal y miembro de la brigada del Ibanat Ramón Blanco estuvo junto a sus compañeros en primera línea contra el fuego desde los momentos iniciales. «Fuimos la brigada que dio aviso por tierra. Cuando estábamos llegando a Andratx y vi aquella columna, me pareció que íbamos a estar mucho tiempo. Aquella columna daba miedo. Al principio, como todos los incendios, hay momento de desorden, entre que empiezas a trabajar, hay que saber cómo acceder y aquello iba creciendo. Había condiciones meteorológicas muy adversas, con mucho viento, y eso con las altas temperaturas y la baja humedad era un cóctel explosivo». 

Blanco explica que fueron «muchas horas de trabajo». «Al principio, hicimos unas 26 ó 27 horas seguidas de trabajo. Recuerdo por la noche que es momento que vas trabajando, se ven todos los focos. A veces digo que los grandes incendios en esas situaciones se asemejan un poco a una guerra. Ves que todo está encendido. Ves focos por todos lados. Estás rodeado de montañas. Hay chispas que vuelan por aquí y por allá. Son horas de estar muy cansado. Horas de muchos nervios, de correr, de actuar lo más rápido posible. Y, luego, cuando ya estás situado, a partir de ahí es trabajo de resistencia. Estuvimos cuatro, cinco días seguidos trabajando. Cada día era como trabajar en el infierno», explica. Blanco subraya la exigencia física de esos momentos, con temperaturas muy elevadas, que los miembros de la brigada hacían frente, además, con una indumentaria que incrementaba aún más la sensación de calor: camiseta de algodón, pantalón largo, calcetines, botas, traje ignífugo, mascarilla, guantes, casco... 

Aún recuerda una anécdota del día en que volvió a casa después de haber estado batallando contra el fuego. «Me acuerdo de que llegué todo negro, con todo el hollín. Y lo que hice fue ir a pasearme por el Bosque de Bellver, que lo tenía al lado de casa. ¡Tenía la necesidad de ver que el monte era verde y no negro!», rememora el bombero Ramón Blanco.

La lenta recuperación

Artur Barceló, técnico del servicio de Gestió Forestal del Govern«seguridad de las personas y los bienes»carretera Ma-10 El fuego engulló a un total de 120 casas, de las que 35 sufrieron daños muy graves

En unas 300 hectáreas se llevó a cabo la tarea «más potente» para prevenir la erosión de los terrenos quemados, que quedan en una situación «muy vulnerable», mediante la colocación de los troncos resultantes como barreras de contención en las pendientes y la trituración de material vegetal para esparcirlo en el suelo. También se colocaron 145 trampas para controlar las plagas, ya que los pinos que sobreviven son especialmente vulnerables al ataque de los insectos.

Diez años después de la catástrofe, las zonas arbustivas se han recuperado bien, mientras que en las grandes superficies arboladas, principalmente por pinos y algunas áreas de encinas, aproximadamente un 70% «se ha regenerado», apunta Artur Barceló, con multitud de pinos jóvenes que acumulan 10 años de vida. Todavía faltarían unos 30 años para que el paisaje se asemeje al arrasado por el fuego, pero tal y como precisa el técnico: «El paisaje debe apercibirse como un vídeo, no como una foto, porque va cambiando continuamente».

Ignacio G.H. es conducido por la Guardia Civil en 2013.

Ignacio G.H. es conducido por la Guardia Civil en 2013.

El autor confeso de la imprudencia fue condenado a 2,5 años de cárcel

La Audiencia de Palma condenó a una pena de dos años y medio de prisión al autor del mayor incendio forestal de Balears. El tribunal de la sección segunda impuso también al vecino de Andratx acusado del gran incendio de la Serra de Tramuntana una multa, cinco años de libertad vigilada y una indemnización de más de siete millones de euros por los graves daños ocasionados en las fincas de la isla y el elevado coste de las tareas de extinción. 

Ignacio G.H., que tenía 58 años por aquel entonces, confesó los hechos ante la Guardia Civil y el juez, tras ser detenido. El magistrado le dejó libre con cargos, pero le retuvo el pasaporte y le obligó a comparecer de forma periódica en el juzgado. La fiscalía de Medio Ambiente había solicitado la prisión provisional ante la gravedad de los hechos, pero la Audiencia Provincial decidió mantenerlo en libertad.

En su declaración, el condenado admitió que había esparcido brasas de una barbacoa pensando que estaban apagadas. «No noté que saliera humo ni nada», afirmó. Explicó que, una vez vio el fuego, intentó apagarlo con una manta y cubos de agua, pero «el viento lo jodió todo». 

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