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Opinión

El ayuntamiento es el promotor

El hotel Formentor ha sido derribado. Junts Avançam

El Tribunal Supremo, tan sospechoso de sensibilidad ciudadana como un ocelote, recriminó con dureza al ayuntamiento de Campos su implicación digna de un promotor urbanístico en la autorización de los apartamentos ilegales de ses Covetes. El consistorio de Pollença, encarnado en un Bartomeu Cifre que es alcalde en la luz y en la sombra, ha superado en fervor constructor al municipio del sur de Mallorca. En ambos parajes se ha atentado contra lugares de un peso simbólico con resonancia en todo el ámbito mediterráneo, es Trenc y Formentor.

Pollença dictamina que se ha demolido «sin constar en ningún caso autorización municipal» un edificio como el Hotel Formentor, y que la reconstrucción también sin licencia supone «una infracción urbanística grave», al tiempo que Cifre desprecia como titular de Urbanismo las ilegalidades por anecdóticas. Afortunadamente, su intervención en todo el proceso ya ha disipado la decepción inicial.

Las obras ilegales de ses Covetes se realizaron al grito de «deprisa, en cuanto esté el tejado no hay quien lo tire». El lema sigue vigente. Ante un ayuntamiento de Pollença disfrazado de promotor, amén del silencio cómplice de las instituciones de ultraizquierda que miran a otra parte, a Mallorca solo le queda el valeroso GOB. Medio siglo después, y con dos décadas de teóricos Governs progresistas.

El futuro es previsible. El Formentor demolido se inaugurará con pompa, boato y asistencia de las autoridades progresistas, que murmurarán por lo bajo contra los ecologistas respondones que rodean el Consolat. En cuanto a las querellas coloristas jaleadas por los propietarios mexicanos de la península a quienes defiende Cifre, está claro que quieren imponer en Mallorca los códigos del trato con la prensa imperantes en su país.

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