El ecologismo y la protección animal están mejor vistos cuando afectan a los demás. El GOB deberá esperar, una vez más, para que sus postulados y reivindicaciones sean aceptados y aplicados.
Suspender el Rock ‘n’Rostoll hubiera causado tanto estruendo como el de la música que se espera para el próximo día 27 en Son Perot de Maria, así que Medio Ambiente arbitra una solución de compromiso, en forma de condiciones técnicas, para que la gente pueda saciar su mono de diversión pospandémico, aunque en teoría todo es en beneficio de unos pájaros obligados a la espantada. Expulsados de su hábitat, vaya.
El medidor de sensibilidades de despacho en el que se escuda la conselleria resulta difícil de homologar con el del rostoll árido del Pla de Mallorca. La decisión por lo menos tendrá el mérito de estimular la ironía y el sarcasmo de cualquier payés, incluidos los aficionados, al oír el pretexto de que las aves no se inmutarán porque se traslada el escenario y se reorientan los focos y los altavoces.
Es otro signo del voraz cambio que está experimentando Mallorca. Los pájaros se ven forzados a alzar el vuelo de noche a ritmo de rock porque las formas de diversión de masas invaden el medio rural de la isla uniformada. Los juegos payeses tradicionales de las fiestas patronales se esfuman de la fora vila del ocio. En el Rock ‘n’Rostoll no habrá corregudes de joies.
