El Embala't de Sencelles congregó ayer a más de 600 jóvenes dispuestos a dirimir sus diferencias en una guerra de paja. Las celebraciones de la jornada empezaron a las doce del mediodía con la llegada a la plaza Nova de la comitiva de organizadores precedida por los sones de un grupo de xeremiers.

El ambiente se caldeó con la entrada en el recinto de la fiesta del carro en el que iban los garbejadors y el pregonero.

Después de los saludos a los participantes, los discursos de rigor y el pregón, tuvo lugar el baile de los garbejadors y finalmente llegó el turno a la ginkana de mobylettes, con una participación de un centenar de vehículos inscritos.

Los ciclomotores tenían que participar por parejas en el conocido juego de precisión de recoger anillas y cintas con ayuda de un punzón. Una recreación de la fiesta de Sant Joan de Ciutadella, pero en lugar de caballos se usa un ciclomotor.

A las 13 horas, la comitiva de organizadores se marchó en busca de las dos balas de paja, protagonistas indiscutibles de la fiesta. Todos descendieron hasta el lugar preparado para ir a recoger las dos grandes balas que contienen la munición que usarán posteriormente los contendientes.

Una de las dos balas que se recogen es para los participantes masculinos y la otra se reserva para las asistentes femeninas. A las catorce horas llegó el camión con las dos balas que fueron especialmente preparadas y recubiertas con plástico para aguantar su transporte rodado por las calles de la localidad.

A las quince horas llegó el turno de la comida de hermandad. Como ya marca la tradición, el almuerzo fue a base de fideus de roter. En esta ocasión, para el multitudinario ágape se usaron 42 kilos de fideos. El caldero que se cocinó contenía raciones para 600 comensales.

Después de la comida, la fiesta con la guerra lúdica de paja, aderezada con agua.