La XXXIX Pujada a Lluc reunió a unos 6.000 peregrinos de 45 poblaciones de la isla, que en la madrugada del domingo emprendieron la caminata hasta el santuario mariano. En esta ocasión se sumaron a la marcha localidades que en ediciones anteriores organizaban su propia subida.

La madrugada de ayer fue propicia para que a las 4.30 horas de la mañana se diera la salida oficial desde Inca para quienes optan por el recorrido Caimari-Lluc, mientras que los de la zona de Pollença lo realizaban por su ruta habitual, lo mismo que quienes decidieron llegar a Lluc desde Sóller optaron, lógicamente, por la ruta de la Tramuntana.

Los primeros peregrinos llegaron a las inmediaciones de la Font Cuberta antes de las siete de la mañana. Allí degustaron el tradicional chocolate y unas galletas Quely que sustituyeron a los donuts de las anteriores ediciones. No faltaron tampoco las tradicionales 'mides' con la imagen de la Mare de Déu.

Después del descanso merecido para quienes llevaban horas andando, los participantes se congregaron en el Acolliment para participar en una celebración eucarística presidida por el prior del santuario, Ricard Janer. Representantes de diversas localidades y alcaldes de las mismas realizaron la ofrenda floral y de productos de la tierra, acompañados por los 'xeremiers' y una colla de 'gegants'. Antes recibieron el saludo del presidente de la asociación de Antics Blauets, Llorenç Gelabert, que otorgó el escudo de plata a los familiares de Bartolomé Melià Mestre, fallecido este año y que fue durante años un gran colaborador en la Pujada. El artista Joan Mariando, autor del cartel de la XXXIX Pujada, hizo entrega del mismo al prior para que se conserve en el santuario.

Finalizada la celebración, muchos emprendieron el regreso en coches particulares y autocares hacia sus respectivas localidades.

Más tarde la basílica acogió la celebración eucarística presidida por el obispo Sebastià Taltavull en la que se bailó el 'ball de l'oferta' mientras la Escolanía la animó con sus cánticos. Las autoridades civiles estuvieron representadas por Miquel Ensenyat y Pere Perelló, mientras que Catalina Cladera lo hacía en la Pujada.