Pese a todas las adversidades, el año 1885 fue decisivo en la reforma del cementerio y en la organización de los servicios fúnebres. A finales de noviembre, el alcalde hacía público al vecindario que todos los propietarios de antiguas sepulturas, debían proceder, en el plazo de cinco días, a retirar los restos de las mismas y colocarlos en las de reciente construcción, añadiendo que aquellas quedarían inutilizadas.

A aquellas obras siguieron las de construcción de sepulturas subterráneas, así como de un aljibe y un osario. En el solar ubicado al margen izquierdo de la carretera de Pollença, frente al cementerio, se levantó la 'casa del guardián', un inmueble ahora protegido que albergó un polvorín durante la Guerra Civil y que hasta hace unos años fue habitado por la familia del sepulturero, ya jubilado, José de la Rosa.

Terminada la capilla en mayo de 1888, el 4 de junio el nuevo cementerio fue solemnemente bendecido. A lo largo de estas últimas décadas, el cementerio ha sido objeto de otras ampliaciones y obras de acondicionamiento. La última gran obra de mejora fue la construcción de un moderno tanatorio.