Las paredes no suelen llamar la atención. Nadie se fija en ellas. Pintados anodinamente con colores que pasan desapercibidos, los muros son más bien sosos. Pero en el municipio de Calvià están reivindicando su protagonismo, su sitio. Ya no son un elemento arquitectónico secundario. Despiertan la curiosidad y el asombro. Y alientan los debates estéticos. En Calvià, tras una época de mutismo absoluto, las paredes, algunas paredes, empiezan a hablar.

Y una de las personas que las hace hablar es Javi Garló. Este treintañero calvianer, con formación en Bellas Artes e ilustración, forma parte del proyecto municipal Betart, una iniciativa del departamento de Cultura que implica intervenciones de artistas urbanos en varios espacios públicos y privados del término, entre los cuales figuran el colegio de Cas Saboners, los apartamentos del mismo nombre, es Generador, el Centro de Servicios de Palmanova y un par de casetas de instalaciones eléctricas.

En estos días, Garló le está dando los últimos retoques a una enorme cabeza de pantera en uno de los laterales del polideportivo municipal de la urbanización Galatzó.

La elección no es casual. Empleando una grúa para encaramarse a la pared y utilizando casi 30 kilos de pintura y spray, ha querido hacer un guiño a esta zona residencial que está pegada a Santa Ponça y que es conocida popularmente como ´La Pantera´.

El resto de intervenciones artísticas se reparten por el municipio. No muy lejos de donde está Garló, en el instituto de secundaria (IES) Calvià, David Collado da vida en una pared lateral a un particular universo de insectos. Y un poco más lejos, en el centro de servicios en Palmanova, una imponente figura de una persona sujeta por boyas (¿una metáfora del hombre que resiste como sea a la crisis?) ha salido de las manos de Santiago Morilla.

Todos ellos son jóvenes artistas urbanos. Como los calvianers Antoine Garló, Adrián Rubio, Juan Ignacion Armeñanzas, Quique del Río y Moisés Lozano. O Ramón Pérez Sendra, que viene de Almería, o el famoso colectivo Boa Mistura (´buena mezcla´, en portugués), que procede de Madrid.

Acabar con los prejuicios

Para ellos, aseguran, ésta es una buena manera de hacer pedagogía del arte urbano para acabar así con los prejuicios que conlleva siempre el desconocimiento. "Lo primera reacción de algunos cuando te ven pintando en la pared es ´ya me vienen aquí a hacer unas letras, unos grafitis, y ya estoy harto de taparlas´. Pero, después, cuando ven el resultado final, se sorprenden. Cambian el chip", explica Garló.

Mientras las paredes ganan en color y vida, desde el departamento de Cultura, tres de sus integrantes Juan Abarca, Maria Antònia Ferragut y Natalia Ranieri remarcan la gran aceptación que está teniendo la iniciativa entre los vecinos. "La acogida ha sido muy buena", aseguran en este departamento municipal, donde informan de que cada proyecto de mural ha sido subvencionado con mil euros.

Desde el Ayuntamiento calvianer, avanzan que la intención es hacer más ediciones. También de cara al futuro, la intención es que esa oferta cultural que implica Betart se incluya de manera programada entre los atractivos turísticos del municipio. "Estaría bien que se pudiesen hacer rutas artísticas, explicando cómo se crearon estas obras", detallan desde el área de Cultura.