La mañana era fría, no en vano febrero ha sido siempre el mes de las heladas, pero en los corazones de los inquenses ardía una llama de entusiasmo. Era el 14 de febrero de 1910 y los operarios municipales empezaban a construir el que es quizá el edificio más emblemático de la ciudad, el cuartel General Luque. De ello hace ya 100 años y lo que en principio fue un magnífico emplazamiento castrense es hoy un conjunto de edificios públicos. Un lugar que después de años de olvido y degradación resurge en forma de un museo, una escuela de formación, un edificio de asistencia social, y otros servicios que van comenzando a funcionar.

La construcción del cuartel fue muy complicada y gravosa para la ciudad. Tardó cinco años en concluirse pues se tuvo que interrumpir en múltiples ocasiones.

Las obras comenzaron por el pabellón principal. La hermosa fachada del edificio fue levantándose a una velocidad inversamente proporcional a la que se vaciaban las arcas consistoriales. El proyecto costaba 42.898 pesetas y dirigía las obras el arquitecto Guillermo gambes, al tiempo que las ejecutaba el maestro de obras Bernardo Oliver, según consta en la adjudicación aparecida en el boletín oficial de la época.

Primeros problemas

El gobierno había prometido una subvención, pero de momento eran los ciudadanos de Inca los que abonaban los costes. El Ayuntamiento se planteaba la posibilidad de suspender el trabajo al concluir el pabellón principal.

Iba, sin embargo, a producirse un pequeño milagro. El general Agustín Luque Coca, personaje ya muy querido entonces, visitó Inca el 5 de septiembre de ese año. Puesto al corriente de las vicisitudes de la empresa emprendida el militar tranquilizó a las autoridades. Se comprometió a defender su causa en Madrid pues consideraba que si el Estado había designado a Inca como sede de un regimiento debía ser el Gobierno quien procurase un acuartelamiento digno. Los responsables municipales propusieron nombrarle hijo ilustre en ese momento aunque el general se opuso.

El 14 de septiembre se había finalizado el primer pabellón y se acordó hacer entrega del mismo y de todo el solar al Estado para que éste finalizase las obras.

El general Luque fue nombrado ministro de la Guerra en abril de 1911. El proyecto se reactivó y en mayo de ese año se iniciaron los cimientos del segundo pabellón. Se trata del edificio que se encuentra inmediatamente a la derecha del patio de armas. El Estado destinó 70.000 pesetas, cantidad muy elevada para la época, a la continuación de las obras. Entonces comenzaron a remitirse las comunicaciones referentes al proyecto denominándolo Cuartel General Luque, en referencia a su impulsor. Ese nombre ya no se le quitaría jamás.

Las obras siguieron y en 1914, de nuevo el general Luque visitó la ciudad. Fue entonces, el 16 de marzo, cuando el consistorio le nombró hijo adoptivo e ilustre de Inca. El día 19 se descubrió una placa que daba el nombre del general a la avenida que lleva al cuartel.

Llegó 1915 y con él la orden de traslado del regimiento de Inca al recien finalizado cuartel. A principios de enero llegaron, procedentes de Palma, la comisión de jefes y oficiales designados por el gobernador militar. El 14 de enero se dio orden de traslado de la tropa y ésta formó en las calles Barco, Jesús y plaza del ganado (hoy Mallorca). Se inició la marcha en formación despertando gran admiración al cruzar todo el casco urbano. A la llegada de la fuerza se formó frente a la entrada principal y al son de la Marcha Real se hizó por primera vez la bandera nacional en el cuartel de Inca.