Miquel del Forn de sa Pelleteria, un símbolo del barrio de la Calatrava
El popular panadero estuvo casi medio siglo al frente del horno de 1565 ubicado en el local del edificio en obras
Hace más de una década que en la calle Pelleteria no huele a ensaimadas y cremadillos, ya que el tierno y socarrón Miquel Pujol Ferragut cerró en 2012 su emblemático horno. Murió casi dos años después, aunque ni los residentes de tota sa vida ni los antiguos alumnos del colegio Montesión olvidan a quien fue todo un referente en el barrio de la Calatrava. El local que en el año 1565 ya albergaba un horno de leña está en pleno proceso de rehabilitación, como el resto del edificio, aunque Miquel del Forn de sa Pelleteria permanecerá en la memoria de Ciutat.
Estuvo al frente del obrador cerca de medio siglo, desde que a los 16 años dejó el pupitre de la escuela de los jesuitas y empezó a ayudar a su padre y su abuelo haciendo recados. Este último, Miquel Ferragut, abrió el horno en 1914 tras volver de Argentina, adonde emigró para «intentar hacer dinero, pero no lo hizo ni aquí ni allá», contaba el nieto.
Exquisiteces
Fue quien poco a poco le enseñó el oficio, junto al mestre Antoni Amengual, de Sencelles, hasta que cogió las riendas y comenzó a hacerse un nombre debido a las exquisiteces que elaboraba. Sus cremadillos eran famosos en toda Palma, e incluso la Familia Real se los encargaba cuando se alojaban en Marivent, aunque también era especialista en innovar con las tradicionales ensamiadas y llegó a crear 30 variedades.
Quienes gozaron de un trato cercano con Miquel no tenían más que alabanzas, ya que no solo era un maestro del pan, sino que hacía «ciencia de la vida», decían. Le otorgaron el Premi Ramon Llull en 2013 por haber sido un referente en la excelencia gastronómica tradicional de la isla.
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