El nuevo restaurante del museo Es Baluard cambiará el proyecto ejecutado sobre la muralla renacentista de Palma para convertirlo en una estructura reversible sin incidencia sobre un espacio catalogado comobien de interés cultural.
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Así lo ha confirmado a este diario Tomás Tarruella, presidente y cofundador del Grupo Tragaluz, empresa de restauración ganadora del concurso que convocó la Fundació es Baluard el 16 de septiembre de 2021, una entidad participada por el Govern, el Ayuntamiento de Palma, el Consell de Mallorca y la Fundació d’Art Serra.
Tomás Tarruella avanza que la empresa de restauración presentará en el plazo de diez días el proyecto de legalización del futuro restaurante al departamento de Patrimonio del Consell de Mallorca, entidad que paralizó las obras el pasado 28 de septiembre por graves irregularidades, principalmente porlevantar en un espacio protegido una estructura fija y no reversible, irregularidades que concretó en seis deficiencias detectadas en instalaciones de ladrillo y hormigón de la terraza del futuro restaurante.
«Los muretes de la nueva estructura de la terraza se construirán con una base de plástico y las tarimas serán de madera para que no tengan incidencia alguna sobre el espacio histórico», asegura. El proyecto ha sido redactado por la interiorista Sandra Tarruella con la intervención también del paisajista Pepote Comella.
Paralizan por graves irregularidades las obras del beach club que el museo Es Baluard construye sobre la muralla
Según explica el presidente del Grupo Tragaluz, la intención de la empresa es abrir el nuevo restaurante del museo la próxima primavera, tras un inversión superior a los 600.000 euros, después de haber terminado ya la renovación total de la cocinas y los baños del restaurante, ubicados en las dependencias interiores del museo, así como las intalaciones eléctricas. Como confirma, con la firma del contrato con la Fundación es Baluard, suscrito en mayo de 2022, la empresa de restauración suscribió una garantía de 1.300.000 euros por cinco años de concesión y empezó a pagar un canon mensual de 8.500 euros.
Ni beach club ni bar de copas
Las obras, previstas para doce meses, deberían haber finalizado el pasado mayo, pero van con retraso porque ya sufrieron una paralización previa a la del pasado 28 de mayo, que se produjo tras las denuncias de la Associació per a la Revitalització dels Centres Antics (ARCA). La entidad proteccionista manifestó que el nuevo espacio de la terraza suponía una construcción «invasiva» que «coloniza el entorno patrimonial y afecta a la muralla, demostrando desprecio, como si fuera un decorado donde colocar sus intervenciones».
Después de la denuncia de ARCA, entiendo que los responsables de las instituciones se asustaron y entraron en pánico y empezaron a hablar de beach club, cuando nuestro proyecto no tiene nada que ver con ese concepto, que nos ha hecho mucho daño
«Nos presentamos al concurso con mucha ilusión y con un proyecto que nos gusta mucho», defiende Tomás Torruella. «Yo considero que el proyecto sobre la muralla era reversible desde el primer día que lo presentamos, aunque quizá no explicamos bien cómo lo íbamos a hacer», argumenta. «Y así lo vio la comisión de Patrimonio al aprobarlo sin ninguna prescripción, pero después de la denuncia de ARCA, entiendo que los responsables de las instituciones se asustaron y entraron en pánico y empezaron a hablar de beach club, cuando nuestro proyecto no tiene nada que ver con ese concepto, que nos ha hecho mucho daño como empresa. Ni siquiera es un bar de copas, sino un restaurante cafetería para el museo con una idea nada elitista y un horario convencional», subraya el presidente del Grupo Tragaluz, que, no obstante, añade con firmeza: «Cumpliremos con todas las indicaciones de Patrimonio con el nuevo proyecto que presentamos».