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Un Baluard colonizado

Las fotos de las obras del nuevo retaurante beach club del museo Es Baluard de Palma

Las fotos de las obras del nuevo retaurante beach club del museo Es Baluard de Palma / Manu Mielniezuk

Àngels Fermoselle Paterna

Àngels Fermoselle Paterna

Una terraza con vistas suele dar buen rollo. Si esa terraza tiene categoría de mirador, el buen rollo asciende a placer, y si además pertenece a un edificio de cientos de años, bien conservado y rehabilitado, el placer podrá dar paso a la felicidad.

La terraza del Baluard reúne los tres requisitos: es terraza, es balcón mirador y la rodean piedras con mucha historia. Quienes vivimos en Palma podríamos ser felices allí sin pasar por taquilla, pero esa posibilidad nos la quieren arrebatar porque ha llegado la colonización a lo grande del espacio público.

Desde que se rehabilitó con nuestro dinero el Baluard de Sant Pere, hemos dispuesto de un espacio desde el que mirar en todas las direcciones y ver cosas interesantes como el puerto, la postal de los molinos del Jonquet con la iglesia de Sant Magí al fondo (si los árboles lo permiten) y, por supuesto, la muralla y el propio Baluard, que deben ser los protagonistas del lugar. Es verdad que una parte de esa gran plaza siempre ha estado ocupada por un negocio de restauración adscrito al Museo. Nadie se ha opuesto a ese hecho, mientras se trate de un elemento integrado y respetuoso con su entorno. De eso debía ir el concurso para conceder una nueva licitación. Pero parece ser que se ha dado alas a un proyecto que lo que hace es llegar, anexionarse el lugar y quedarse con el botín. Y ya se sabe, nadie coloniza un terreno sin levantar barricadas para que se note hasta dónde llega lo ganado y la gente no se atreva a traspasar fronteras. Luego, una vez ya dentro, los nuevos hacendados plantarán lo que quieran, que para eso es suyo: para sacarle el jugo.

Plantar un beach club en la terraza del Baluard es algo inimaginable, pero real. Es una invasión cultural y estética que ya tuvo un precedente, que también ARCA logró parar. Recordarán que un empresario muy emprendedor colocó un bar de copas de estética muy parecida en la fortaleza avanzada del Castell de Sant Carles. "Lolita", le puso de nombre a su insinuante local nocturno. Por fortuna Cort no le dio licencia y vete a saber si aún andan batallando con Autoridad Portuaria en los tribunales.

Ambos negocios de restauración quieren aprovechar el encanto del bien patrimonial para usurparlo, utilizándolo solo como soporte o contenedor para sus objetivos. No para realzarlo y ayudar a mantenerlo, que es, sin duda, el motivo por el que se permiten y salen a licitación en estos lugares históricos algunos negocios.

A día de hoy la denuncia pública de ARCA ha servido para abrir los ojos a la administración sobre la barbaridad que supone permitir parcelar, construir muros y llenar de cemento y conducciones la terraza del Baluard para construir algo tan impersonal como un beach club, con lámina de agua incluida, sus sofás, cojines, pérgolas, jardineras y los añadidos de música y luces de colores que siempre llegan. Un espacio exclusivo, deben pensar los promotores, donde las y los afortunados por la vida puedan disfrutar de un ambiente único, colonizado en lo que un día fue un lugar para defender Palma de los invasores.

Estupenda alegoría contradictoria sobre la que técnicos y políticos tendrán que reflexionar y rectificar para enmendar este error garrafal, aunque el estropicio venga de la anterior legislatura.

Si en cualquier plaza o calle de Palma bares y restaurantes solo pueden poner sillas, mesas y alguna sombrilla, todo reducido a un espacio asignado sin permitirse la compartimentación, ¿a cuento de qué en un lugar patrimonial con una gran plaza pública como es la terraza del Baluard no se hace algo parecido o más estricto? Lo importante es poder disfrutar el lugar maravilloso en el que está, y mientras más se pueda ver a través de la terraza, mejor.

Ah, y si les parece exagerado o inapropiado decir que lo que quieren instalar en es Baluard es un beach club, miren lo que se lee en un Vanity Fair que intenta describir el concepto: "Olvídese de la palabra beach y quédese con lo de club. Porque ni todos los beach clubs miran hacia el mar —más bien se concentran en sí mismos— ni todos se asientan sobre la arena... En islas como Mallorca algunos hoteles están teniendo dificultades para arañar un trozo de costa y montar su club". Pues eso. Hay que estar al tanto y evitar que arañen un trozo de muralla.

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