Semana Santa 2023 | Taltavull pide solidaridad cristiana

El obispo de Mallorca, Sebastià Taltavull, instó ayer a los fieles congregados desde primera hora de la mañana en el patio del palacio episcopal, antes de proceder a la bendición de las ramas de olivo y palmas que portaban e iniciar el recorrido hasta la Seu para dar paso a la homilía del día del Ram, a vivir un cristianismo coherente y a cumplir el mensaje de Cristo de «quereos los unos a los otros como yo os he querido. No podemos vivir un cristianismo de tipo individualista», reclamó a los fieles.

El obispo también lamentó la incongruencia de un pueblo que primero recibió al hijo de Dios como un profeta salvador y solo días más tarde reclamó que le crucificaran por este mismo motivo. «El mismo pueblo que pidió que le matasen hoy somos nosotros, los cristianos del siglo XXI», advirtió el prelado reclamando coherencia y que el mensaje de Cristo «siempre sea para nosotros lo más importante de la vida».

Tras estas palabras, el prelado y todos los canónigos de la Seu, ataviados con sus casullas rojas para la ocasión, encabezaron la multitudinaria procesión de fieles con sus palmas y ramas de olivo hasta la catedral para celebrar la misa del día de Ram que conmemora la entrada de Jesucristo en Jerusalén hace más de veinte siglos.

En una abarrotada catedral, el obispo Taltavull centró su homilía en la Semana Santa, un periodo «culminante», subrayó, para la contemplación del misterio de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor.

Seguir sus pasos

«Llega el momento de seguir los pasos de Jesús», instó. «En este Domingo de Ramos con el que comienza la Semana Santa, acogemos a Jesús que entra en nuestros pueblos y en nuestro corazón. Nuestros cantos de reconocimiento, de alabanza, de gozo, necesitan el complemento de la luminosa noche de Pascua para verificar que el encuentro con Él significa para nosotros la fuente de la mayor transformación para nuestra vida personal y para las estructuras de nuestra sociedad. Sabemos que Jesús viene en nombre de Dios y que, aunque la aceptación de su voluntad le suponga un trago amargo, conseguirá para todo el género humano la mayor de las libertades, la que asegura la victoria sobre el pecado, la muerte y todo tipo de mal», recordó en un momento de su homilía.

«El grito de agonía en la cruz que se une a todos los clamores de tantos crucificados a lo largo de la historia y de hoy en día, y que juntos hemos rezado antes: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? ¿Cómo ayudamos a todos los que sufren? ¿Cómo acompañamos la soledad de los mayores, la enfermedad y el luto de tantas personas y familias que lo necesitan?», se cuestionó el obispo.

Ya para concluir, Sebastià Taltavull se preguntó en que se funda la esperanza de los cristianos. Y él mismo se contestó que el martirio y la pasión de Cristo «ha sido por nosotros y por nuestra salvación». Por ello acabó reclamando que «en actitud de adoración, y recibiendo hoy a Jesús en la Eucaristía y en comunión con la Iglesia, y todos reconozcamos que Jesucristo es el Señor en gloria de Dios Padre».