Llega la semana de la fe, los símbolos, el fervor religioso y la ilusión por ver un paso o una imagen. Un centenar de penitentes han venerado el Viernes de Dolores, la antesala de la Semana Santa, con la procesión de los Estandartes, la primera que se celebra después de la pandemia.

Tres ‘caperutxes’ de cada una de las 33 cofradías de Palma portaron sus insignias, exhibiéndolas ante un público que se mostró fascinado. Uno llevaba el estandarte y los otros dos le acompañaban con las varas.

Las agrupaciones desfilaron por orden de antigüedad. El recorrido lo encabezó la más nueva, Hermandad Humildad y Paz, creada en 2009. La seguían los penitentes de la cofradía Jesús del Gran Poder, precedida por la del Jesús del Buen Perdón y Nuestra Señora de las Angustias.

Si bien, en último lugar no marchó la más antigua, sino la cofradía de Santa Mónica, que cerró la comitiva para conmemorar su vigésimo quinto aniversario. Fue la encargada también de amenizar la procesión con tambores, timbales y trompetas, siendo la única agrupación musical que partipó en el desfile.

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Procesión de los Estandartes G. Bosch

Todas ellas salieron puntuales, a las 17 horas, del convento de Sant Antoniet, en Sant Miquel. Aunque otros años la procesión arrancaba en Caputxins, en esta edición se modificó el punto de encuentro. Los penitentes llegaron a la plaza Mayor y recorrieron la plaza del Marquès del Palmer, Colom, plaza de Cort y la calle Palau Reial antes de entrar a la Seu, sobre las 18 horas.

En la Catedral, las ‘caperutxes’ colocaron sus estandartes en la nave central, dispuestos hacia el público. La sala se fue llenando de fieles hasta que a las 19 horas, después de un sonoro repique de campanas y una solemne actuación del coro, el obispo ofició la eucaristía.