Se hace el silencio, dentro de lo posible en una multitud borracha, y comienza a sonar una saeta. La Confraria de Sant Sebastià y Sant Rescat, portado a hombros por miembros de Orgull Llonguet, se hallan frente a frente en la calle de la Llotgeta. La música domina el ambiente en el santo encuentro y, solemnemente, la presidenta de la Confraria coloca un pañuelo verde a la imagen del colectivo amarillo. Tras ser bendecido con el brazo incorrupto del patrón de Palma, acaba la seriedad del acto -tal vez nunca la hubo- y continúa el jolgorio al grito de "¡Viva Sant Rescat!" y, por supuesto, "¡Viva Sant Sebastià!"

El pasacalles vespertino unió a las hermandades populares que han ido surgiendo en los últimos años y los pañuelos de todas ellas casi formaban un arcoíris: verde, amarillo, azul y fucsia, aunque los dos primeros dominaban por ser los más antiguos. La alternativa a la fiesta oficial de los conciertos de la Revetla está tan consolidada y convoca a tantas personas que las calles del casco antiguo se están quedando pequeñas. Por eso, por la mañana, desde el balcón del Bar España y en una abarrotada calle Oms, un miembro de la junta de la Confraria anunció que están "negociando con Norma Duval el cambio al Pueblo Español" de la sede del antiguo Can Vinagre, lo que provocó las carcajadas de los cientos de congregados.

También quieren ayudar a Cort en su intención de dar a conocer las fiestas en el extranjero para atraer turistas en invierno, por lo que han compuesto una canción "para que se acabe convirtiendo en un lema, en un himno. Es una cosa sencilla, pero con un sentido profundo", dijo. "San Sebastián es alemán". Y la segunda estrofa: "San Sebastián, Deutschland". Las bromas se sucedieron y entraron en escena -salieron al balcón- dos de los guardias de la noche de Juego de Tronos. Los asistentes, muy animados, se pusieron a gritar "¡Khaleesi, Khaleesi!" y la música de la exitosa serie empezó a sonar. No salió esta aspirante al trono, sino el Rey de la Noche al ritmo de las notas de la película infantil Frozen, lo que llevó a muchas más carcajadas, al xupinasso de inicio de la fiesta de la Confraria y al grito de "¡ Visca la guardia de la noche y visca Sant Sebastià de día!"

Comidas de hermandad

Tras este encuentro matinal de amigos y conocidos, la Confraria puso rumbo hacia el Moltabarra con un pasacalles encabezado por el cuadro del santo, el brazo incorrupto y el Estendard. En el desbordado local celebraron la comida de hermandad a base de lentejas y albóndigas. Muy cerca de allí, en Flassaders, se reunieron más de 70 personas de la nueva Confraria la Salut (pañuelo fucsia) y comieron un variat y redondo de ternera relleno o merluza a la mallorquina. En la Galàctica (de color azul), unos 70 aficionados al swing y asiduos del bar de Santa Catalina con el mismo nombre disfrutaron con el arròs brut que preparó Miquel Àngel, mientras que una veintena de miembros de Orgull Llonguet se chuparon los dedos en Casa Julio.

Casi todos tuvieron música en directo tras el postre. Los de azul, swing, como no podía ser de otra forma; los de verde fueron fieles a los Estupendos Burruños y los de la Salut recibieron la visita de la banda Final Feliz. Se fueron con ellos para unirse al jolgorio que había montado en la calle Pes de sa Farina, frente al Moltabarra, y los músicos siguieron tocando canciones como Alcohol, alcohol, alcohol y otras igual de fiesteras. A las 18,30 horas, Sant Sebastià hizo su aparición con flechas clavadas en el cuerpo y acompañado por un 'turista' con sombrero mejicano y lleno de tatuajes. Era quien tiraba del carruaje del pasacalles vespertino, que retornó a la calle Oms acompañado del Estendard, el cuadro, el brazo y la multitud. Muchos empezaron la fiesta a las doce de la mañana y seguramente no llegaron a los conciertos.