Dedicamos hace unos días un comentario al Carrer Brossa, y me llama un lector para recordar que la calle no sólo transcurre en ese primer tramo tocante a Sant Nicolau, sino que luego se convierte en cuesta y llega hasta Cort. Tiene toda la razón. Probablemente a causa de esa transformación tan brusca, a uno siempre se le aparece en la memoria esa primera parte como representativa de la calle. Porque la segunda es otra cosa. Y resulta de justicia rematar la visión hablando un poco de esa parte atípica y empinada.

Cuando confluye con Santa Bàrbara, la Costa d´en Brossa cambia radicalmente de dirección. Aquí forma uno de los paisajes urbanos con encanto de la ciudad. Por el juego de alturas y perspectivas, el asomamiento de algún jardín, las diferentes alturas de los edificios, las farolas... Pero si algún elemento resulta original es el juego de desniveles, al entregarse las escalinatas de la Costa d´en Brossa y de Santa Bàrbara de forma simétrica, formando una combinación de líneas francamente hermosa. La Costa d´en Brossa gira de nuevo, para embocar directamente hacia Cort. Ese corto fragmento también tiene mucho contenido. Actualmente está dominado por los embriagadores aromas de una tienda de jabones, perfumadora de toda la zona. La antigua casa Zafir ha desaparecido, la antigua inmobiliaria también, y en la esquina pervive la tradicional fachada de Can Coda, marcando historia.

Un elemento particular que siempre nos ha movido a reflexión es la extraña proporción de los escalones que conforman esta cuesta, conectada en su parte inferior con la de Quint. A pesar de que fue remodelada hace no tantos años, sigue conservando unas medidas que la hacen francamente incómoda y convierten en ridículo el trotecillo al que se ven obligados los viandantes. Así a botepronto, sin mayores estudios científicos, diría que la altura de los escalones es muy reducida, mientras que su longitud supera la habitual. Se crea así una extraña descompensación que impide un paso regular.

El espectáculo de esta parte de la calle consiste en ver cómo la gente hace sus esfuerzos para bajar las escaleras, unos a saltitos, otros grandes zancadas, otros de puntillas...