Jaume Figuerola regenta un taller de carpintería con su mismo nombre en el polígono de Can Valero, aunque ha pasado gran parte de su vida en la calle Bala Roja de sa Calatrava, donde tiene la oficina. Ha sido testigo de los cambios experimentados en esta barriada en las últimas décadas.

-¿Desde cuándo tiene esta oficina en Sa Calatrava?

-Antes teníamos el taller en una calle cercana a Bala Roja, que lo abrió mi padre hace 70 años. Después yo abrí esta oficina hace 14 años para mantener un punto permanente de contacto con los clientes del barrio, y en 2000 trasladamos el taller al polígono de Can Valero.

-¿Dónde vive actualmente?

-Ahora vivo en la plaza Pere Garau. También viví en el Portitxol, aunque toda mi vida la he pasado en sa Calatrava. Es como mi segundo barrio.

-¿Es éste el barrio que usted conoció?

-En esta zona ha habido tres fases diferentes. En un primer momento había fábricas de cueros curtidos. Era un barrio casi medieval y muy familiar, donde todo el mundo se conocía y todas las calles tenían comercios.

-¿Y después?

-Más tarde, hace unos quince años, hubo una época de degradación. Cuando abría no había día en que no encontrara jeringuillas frente al portal. Mucha gente trabajadora mejoró sus condiciones y decidió trasladarse a otros barrios.

-¿En la actualidad?

-Ahora tras la rehabilitación es como un barrio de clase media, no me pensaba que conseguirían lo que han conseguido.

-¿Alguna anécdota digna de mención?

-Alrededor del año 1960, cuando tenía unos 20 años, un señor del Ejército vino a ver los víveres de artillería y propuso construir las viviendas del Baluard del Príncep sobre la muralla.

-Ahora las van a derribar.

-Será muy bueno para la barriada y a nosotros, por ejemplo, nos permitirá tener vistas hasta el Portitxol.