Opinión

Vigilancia permanente ante el fuego

Brigadistas de la Conselleria de Agricultura, durante el incendio en Costa de los Pinos.

Brigadistas de la Conselleria de Agricultura, durante el incendio en Costa de los Pinos. / Conselleria de Agricultura

Estamos en la segunda semana de abril y el fuego es noticia. Mallorca ha sumado cuatro incendios forestales en cuatro días, todos causados por quemas que se descontrolaron. El pasado domingo, las llamas arrasaron una hectárea en la zona de Alconàsser, en Sóller, y obligaron a desalojar a 34 vecinos. El martes, dos incendios más, en Andratx y Felanitx. Al día siguiente, otro en la Costa dels Pins, que devastó 4,1 hectáreas y obligó a desalojar a una decena de personas. Llevamos dos fines de semana con el mercurio superando los treinta grados. Mientras el común de los ciudadanos adecua desde el vestuario a los planes de ocio a esta anómala climatología de sequedad extrema y altas temperaturas que ha venido para quedarse, el calendario de la temporada de prohibición de quemas se mantenía inalterable, con el arranque previsto para el primero de mayo en Mallorca y Menorca, no en Eivissa y Formentera, donde sí se había adelantado al uno de abril. El susto de estos días pasados, ha obligado a reaccionar al Govern y a acelerar los plazos en todo el archipiélago, de forma que a partir de mañana se impondrán restricciones al fuego por alto riesgo. El aviso también obliga a abordar en serio métodos alternativos a las quemas, con proyectos de reutilización como abono o de transformación en bienes, sin olvidar la necesaria asistencia al mundo agrario.

El abandono del sector primario y la urbanización del campo hacen de Mallorca un polvorín. Persiste en la memoria colectiva el devastador incendio que en julio de 2013 arrasó 2.600 hectáreas de la Serra por unos restos de barbacoa lanzados desde una carretilla, el mayor de la historia. En los últimos años, la isla se ha librado de las llamas que han devorado amplias extensiones en diversos puntos del planeta, desde Grecia a Canadá. Los fuegos se apagan en invierno, con un buen trabajo de prevención y una adecuada gestión del territorio. Pero incluso el máximo empeño no garantiza el éxito. Nadie puede tener el control absoluto, pero sí la vigilancia permanente para minimizar el riesgo. El conseller de Agricultura, Pesca y Medio Natural, Joan Simonet, ha anunciado un incremento del operativo de lucha contra incendios y la introducción de nuevas técnicas para mejorar el servicio, como la instalación de cámaras de vigilancia con visión de 360 grados. No se puede escatimar en una materia tan sensible para las islas, tanto para los que las habitan como para los que las visitan. De igual modo, no se debe pasar por alto que el origen de alguno de estos últimos incendios obedece a la negligente actuación de personal profesional, de brigadas con descuidos impropios de su cualificación, que pueden acabar siendo la chispa que prende una gran catástrofe. Hemos visto castigos ejemplares en particulares que se han despistado con el fuego y han provocado perjuicios. Con más razón, tratándose de profesionales, hay que llegar hasta el final en las investigaciones abiertas.