Opinión

Limón & vinagre | Begoña Gómez: La musa en entredicho

Begoña Gómez, esposa de Pedro Sánchez, durante una visita al Vaticano, en 2020.

Begoña Gómez, esposa de Pedro Sánchez, durante una visita al Vaticano, en 2020. / EFE

A mí me ganó el día que apareció con una chapita en el pecho en la que podía leerse Perra Sanxe. Eso es lealtad. Lealtad perruna, que es la paradigmática. Lealtad en tiempos volubles y lealtad en tiempo de desleales. Con esa leyenda anticipaba también Begoña Gómez una máxima filosófica de su marido: «Hacer de la necesidad virtud». Cuando la pronunció, Sánchez se refería a la amnistía, pero esa virtud también quedó manifiesta en cómo aprovecharon el insulto (perro) para volverlo lema orgulloso. Da que pensar un país en el que fue tenida como máximo triunfo del ingenio durante unos meses la ocurrencia de alguien de llamar perro a alguien que se llama Pedro.

La protagonista de nuestro artículo es la esposa del presidente del Gobierno, con lo cual está claro que el reto es aguantar el máximo de líneas sin invocar eso tan manido de que la esposa del César no solo ha de ser honrada sino parecerlo. En este caso, padecerlo. Se la acusa de un conflicto de intereses, lo cual es sumamente interesante de investigar. Un conflicto basado en cuál era su relación con la empresa Air Europa, que fue rescatada con miles de rulos (que diría Ayuso) de billetes públicos. Muchos millones. Tampoco está claro si medró dentro de esa empresa, si la promocionaron a cambio de algo. Las andanzas empresariales de esta mujer no están claras ni tampoco para qué o en calidad de qué se entrevistaba con los directivos de la compañía citada.

Para el PP este caso se ha convertido en el contrapunto al de la pareja de Ayuso. El miércoles pasado, un Feijóo nervioso acusando a Sánchez de estar nervioso dijo en la sesión de control al Gobierno del Congreso de los Diputados que iban a investigar «el entorno» de Pedro Sánchez. O sea, voy a meter las narices en su sala de estar, señor Sánchez, dijo el gallego. Una forma como otra cualquiera de entrar en Moncloa, ya que no puede por ahora entrar de otra manera.

Ayuso también quiere entrar y ahí está Feijóo, dudando acerca de si esto es una oportunidad de oro para acabar con ella o si la defiende. En el bien entendido caso de que toda defensa incluso ardorosa le parece poca defensa a cualquier político que se precie. Pasa como con los adjetivos: elogias a un político y cree que se lo merece y que te has quedado corto.

Begoña Gómez, nacida en Bilbao pero criada en León, tiene estudios de marketing y es aficionada al deporte y a la música. Dos hijas. Simpática. Matrimonió con Sánchez en 2006 y se fueron a vivir a Pozuelo un tiempo.

Ha trabajado asesorando a varias oenegés y se desconoce si, como tantas primeras damas españolas, aspira a ser alcaldesa de algún sitio, diputada o senadora. Ya les pasó a Carmen Romero y a Ana Botella. A lo mejor por ahora lo que quiere ser es invisible. Pero no lo es, de hecho se fija mucho en ella hasta Letizia, a la que el cronista detecta un puntito de envidia hacia la esposa de Sánchez. Sin descartar que sean imaginaciones del cronista, si bien es cierto que cuando la cumbre de la OTAN, esos jefes de Estado y ese Biden sobón ante los Velázquez o Goyas, se vio un momento estelar, fulgurante, de Begoña, opacando a la realeza.

Begoña Gómez es un argumento político, un arma arrojadiza, un «entorno», una incógnita, una musa -que diría Umbral- para el presidente, que es marido y César y que va cada miércoles al Congreso como quien va a la guerra o a estrellar un camión contra un tren.

El otro día en El Mundo citaba Raúl del Pozo a Wenceslao Fernández Flórez, que cuando la República, en misiva al director de Abc, le dijo: «No vuelvo más al Congreso. Mande usted a otro. A un redactor de sucesos».

Al enemigo se le menta la madre pero a Sánchez le mentan a la esposa, algo que encabrona mucho. No responde y tú más; responde «pues, tú, Ayuso». Todo se está enfangando y a Begoña le salpica también el barro. Es Begoña Gómez pero la quieren Begoña Sánchez. Aquí la corrupción y la supuesta corrupción o trato de favor no se investiga, se embarra.

Todos los políticos honrados se parecen, pero los corruptos lo son cada uno a su manera. Sin que uno se oponga a que pudiera ser a la inversa. No sabemos si con Gómez ha nacido una estrella o un caso. El tiempo lo dirá. Nos interese o no, nos obligarán a estar atentos.

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