Opinión | ESCRITO SIN RED

Las amistades peligrosas

El exalcalde de Palma Joan Fageda.

El exalcalde de Palma Joan Fageda. / PERE JOAN OLIVER

El sumario de la operación Jaque Mate de la Guardia Civil contra el narcotráfico de cocaína en Mallorca y Valencia ha irrumpido en la política municipal de Palma como una bomba de racimo que está afectando al PP y a Vox. Uno de los detenidos es Carlos Cortés, alias Charly, conocido como uno de los principales dirigentes del colectivo gitano. El Diario de Mallorca informa que alcalde Jaume Martínez mantendrá en el cargo al coordinador de Llevant José Luís Haro, que, en conversación con Charly grabada por la Guardia Civil, expresó su temor a que «todo salga a la luz» en el sumario de la operación. Los investigadores consideran que puede referirse a alguna actividad ilícita. También contemplan los investigadores, a raíz de la grabación realizada en 2023, antes de las elecciones municipales, que el tal José Luís es en realidad el «mensajero» del exalcalde de Palma Joan Fageda. El propio Fageda ha reconocido «dos o tres reuniones con Carlos Cortés, pero nada delictivo», «era campaña electoral y el Charly nos pidió dinero; no había nada ilegal»; ha asegurado no saber a qué podía referirse Haro con su temor a que «todo salga a la luz»; insistió en que no ha mantenido negocios turbios con el Charly, «a mis 87 años sería una barbaridad». El equipo de gobierno del ayuntamiento evitó responder si ha pedido explicaciones a Haro, y no aprecia nada censurable en su comportamiento que motive una destitución.

Sin profundizar en los antecedentes de las turbias relaciones clientelares entre el PP y los dirigentes del colectivo gitano, ateniéndonos exclusivamente a las informaciones y a las respuestas de los afectados, se plantean algunos interrogantes que por respeto a la opinión pública y a los votantes deberían ser esclarecidos. Haro, un político del PP que tiene un sueldo que sale de nuestros bolsillos está obligado a responder qué teme que pueda salir a la luz. Y si no responde está dando pábulo a que la ciudadanía aliente la convicción de que se está ocultando algo ilícito. Haro se convierte en sospechoso para la opinión pública. Y si Jaume Martínez y su gobierno consideran que su falta de explicaciones no constituye nada censurable que motive una destitución, entonces es que admiten como normal no dar explicaciones a la ciudadanía y permitir que se extienda la sospecha sobre el conjunto del equipo de gobierno. Pero nada de todo eso es normal. Las declaraciones de Fageda tampoco son tranquilizantes. ¿Dos o tres reuniones con Charly? ¿Una cuestión de amistad? ¿Para qué? ¿Era normal que Charly pidiera dinero al PP en campaña electoral? ¿Para qué pedía dinero? ¿Qué ofrecía a cambio del dinero? ¿Pero no era el PP el que necesitaba dinero para pagar la campaña? ¿Qué hacía Fageda a sus 87 años recibiendo demandas de dinero de un narcotraficante? Por supuesto que Fageda es un militante ejemplar del PP, pero, ¿por qué recurre a él el PP para tratar con Charly? ¿Acaso por sus estrechas relaciones de los años noventa con su padre Kiko? Después de la historia de narcotráfico de La Paca en Son Banya, ¿cómo explica el PP esas extrañas relaciones?

Jaume Martínez es el presidente del PP en Palma además de alcalde. Ya empieza a ser hora de que como responsable de ambas instituciones nos dé explicaciones. Fulgencio Coll, líder de Vox en el Ayuntamiento y miembro de la dirección de ese partido en Baleares debe dar también alguna explicación sobre su relación con Charly, los ciudadanos también la requieren. Su afirmación de que Charly tiene derecho a la presunción de inocencia es una obviedad innecesaria. En realidad, no puede uno conjeturar el porqué de echar un capote al narcotraficante detenido. Si no está obligado a ello por un motivo insondable del alma humana revela una inconsistencia política preocupante en su persona. Coll no es el abogado de Charly, es un político con altas responsabilidades en Palma y en Baleares y no puede ni debe incurrir en tamañas frivolidades. Su papel no puede ser otro que el de apoyar a las fuerzas de seguridad y la acción de la Justicia. Todo lo demás no hace otra cosa que confundir a la ciudadanía.

La historia de Martínez y Coll es el eterno ritornello de la derecha en Palma con el clientelismo, con los dirigentes del colectivo gitano, esa práctica corrupta de obtener votos a cambio de favores desde la administración en la que también participa la izquierda en otros caladeros. Es un vicio inherente a la democracia y a los populismos. Pero los expertos en clientelismo con ese colectivo han sido siempre los de la derecha. La dinámica del colectivo gitano ha venido condicionada por su ancestral condición de grupo social al margen del mayoritario, con una cultura y costumbres propias estructuradas jerárquicamente, donde no hay una relación individual de ciudadanía con el poder sino grupal o de clan a través de la mediación de un patriarca. El patriarca es el que trata o negocia con la administración y se inviste con los beneficios de administrar ese poder. Es el que puede estar en condiciones de ofrecer votos a los partidos o personas que compiten electoralmente a cambio de medidas para el colectivo que consoliden su poder político y económico como patriarca. A veces, como las que nos ocupan, se entreveran la ilegalidad del tráfico de drogas con el tráfico obsceno de votos y favores. Al final, como en Las amistades peligrosas, todo acaba mal. Martínez y Coll, la marquesa de Merteuil y el vizconde de Valmont quieren seducir a Cecile de Volanges y a madame de Tourvel, representadas por Charly, el patriarca gitano que se ufana de acopiar unos centenares de votos en la faltriquera. El final es trágico. La marquesa de Merteuil pierde su belleza, su crédito en la alcaldía; Valmont muere, se esfuma su aura de general de infantería que come gravilla con kétchup; y la seducida Volanges-Tourvel acaba en la cárcel, eso sí luciendo una garbosa presunción de inocencia jaleada por los domésticos de Valmont. Las amistades peligrosas en la política siempre pasan factura, más pronto o más tarde. No se trata de una comedia de enredo, ni de una novela sicalíptica, es la nauseabunda cloaca que se esconde detrás de los oropeles del poder.

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