Opinión | En aquel tiempo

Tres días de marzo

Parece mentira que un esfuerzo de tantos años intentando abrirnos camino en la UE, haya acabado con España en tercer lugar de esa misma UE… comenzando por la cola, tras habernos situado entre los cinco primeros

Félix Bolaños.

Félix Bolaños.

• Miércoles/6. El asunto Koldo lo embarra todo y salpica a la misma política balear en la persona de la que fuera su Presidenta. Y se pone sobre el tapete las difíciles relaciones entre «responsabilidad política» y «responsabilidad judicial». Mientras tanto, resulta que el Supremo norteamericano da la razón a Trump y le permite ser candidato frente a Biden. La OTAN puede comenzar a templar y Ucrania casi entre en estado agónico. Parece mentira. Pero lo que ocupa las preocupaciones españolas es la reunión de la Comisión para estudiar la objetividad de la Ley de Amnistía: un punto de llegada y de partida para su futuro. Si bien, dada la correlación de fuerzas en la Comisión, la suerte está echada. Un día extraño. Un día que te pone de mal humor. Y uno recuerda las palabras de Margaret Atwood: «Si los ciudadanos no comprenden qué significa la democracia y no la defienden, la perderán». Vaya que sí.

• Jueves/7. Un satisfecho Ministro de la Presidencia pero también de Justicia, el señor Félix Bolaños, mientras anuncia el resultado favorable de la ya citada Comisión, dice felicitarse a sí mismo por todo lo conseguido, y añade que estamos ante un hito histórico. Pero quien debiera haber presentado esta noticia, el Presidente Sánchez, estaba de viaje y no hizo alusión alguna a tan relevante hecho. Hay una cosa que se llama «educación política» y que tiene que ver con el respeto a los ciudadanos, si bien era lógico que el Presidente se desmarcara del auto tan delicado. Inmediatamente, Junts declaraba que la amnistía solamente era un punto de partida para alcanzar la Autodeterminación, en palabras de algunos, o la Independencia, en boca de otras. Amigos y amigas socialistas conectaban conmigo para expresarme su evidente molestia ante lo sucedido, pero añadían que comprendiera su vinculación a su grupo político. Perplejidad.

Pero dio la fascinante casualidad de que el Movimiento Europeo arrancaba un ciclo de conferencias sobre las relaciones entre España y Europa, con una excelente intervención de Javier Elorza, uno de nuestros hombres en el Tratado de Maastricht. El resumen es fácil si bien encierra una enorme complejidad: parece mentira que un esfuerzo de tantos años intentando abrirnos camino en la UE, haya acabado con España en tercer lugar de esa misma UE… comenzando por la cola, tras habernos situado entre los cinco primeros. Y sobre Ucrania se mostró categórico: mientras los aliados no estén dispuestos a poner soldados en el terreno, Rusia lleva las de vencer. Es terrible, pero Macron ya lo había planteado. Y Putin lo sabe perfectamente.

• Viernes/8. Todo lo anterior coleando, los Medios estallaban ante el anuncio de la Comisión y el entusiasmo desmedido del señor Bolaños: fueron horas, sobre todo en las tertulias de la mañana, de confrontaciones cruentas, de tal manera que era llamativo el esfuerzo por defender lo que éticamente era indefendible, más allá de las determinaciones estrictamente políticas. En cuanto a la prensa escrita, se jugó con dos variantes: mientras unos diarios enfatizaban una era de paz ciudadana en Cataluña, otros se preguntaban qué vendría inmediatamente, es decir, la Autodeterminación ya exigida. Pero en general pasaban desapercibidos ese 40% de catalanes constitucionalistas, cuyos votos no son necesarios para que la Legislatura permanezca. Que ya veremos si permanece. Y el señor Presidente viajando. A la preocupación institucional, uno añadía los meses que nos esperan ante un proceso tortuoso hasta que tal ley llegue a estar en la calle. Para el nacionalismo, como es lógico, ya lo está. Es comprensible.

Ese mismo día se celebraba el Día Internacional de la Mujer, con las dos manifestaciones contrapuestas, como es conocido. Mientras no nos tomemos en serio, duela a quien duela, que esta cuestión exige practicar de verdad la igualdad, el apoyo a las víctimas de la violencia machista, acoger como don preciado la natalidad y por lo tanto apoyar con claridad la situación laboral y económica de las mujeres embarazadas, enfrentar la prostitución de cara y un serie de injustas secuelas del caso, las cosas seguirán prácticamente iguales. En estos momentos, las soluciones más reales de cualquier caso, pasan por políticas económicas concretas. La palabrería no sirve para nada.

Tres días agresivos pero también emocionantes. En situaciones tales, la ciudadanía muestra, y demuestra, su talento ético y moral, sus principios y sus actitudes, más allá de fáciles adscripciones a una u otras siglas. Es la conciencia personal la que debe imponerse. No las liturgias grupales. En fin.

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