Limón & vinagre | Patricia Gómez: La confidente de Armengol

Patricia Gómez, que fue consellera de Salud y Consumo del Govern presidido por Armengol.

Patricia Gómez, que fue consellera de Salud y Consumo del Govern presidido por Armengol. / Pere Joan Oliver

Matías Vallés

Matías Vallés

Preguntarse si Francina Armengolvolvería a nombrar consellera de Sanidad a Patricia Gómez, y a mantenerla dos legislaturas íntegras en el cargo, equivale a plantearse si Pedro Sánchez volvería a confiarle un ministerio a José Luis Ábalos. La única gran desconocida de este párrafo es precisamente la persona que compró 3,7 millones de euros en mascarillas fraudulentas a la trama de Koldo.

Es difícil encontrar a un solo español que lo ignore todo sobre el tándem Ábalos/Koldo y sus manejos sanitarios, con la posible excepción de Patricia Gómez. Su gran especialidad, ahora como diputada autonómica socialista en la oposición por motivos económicos, consiste en quitarse de en medio y en quitarse los problemas de encima. Con esta tenue acreditación, ¿por qué era consellera de Sanidad y máxima responsable política de la adquisición de mascarillas fraudulentas? Precisamente por eso.

La olla podrida del escándalo a dirimir en la Audiencia Nacional solo contiene una certeza: Koldo jamás habló con la consellera, ¿para qué? La licenciada en Enfermería ejercía en realidad de confidente de Armengol, la depositaria de las cuitas sobre todo personales de la presidenta del Govern, porque en las políticas poco podría haberle ayudado. Esta proximidad le garantizó una conselleria inexpugnable, como guardiana de los secretos no oficiales.

La Administración siempre fue demasiado aburrida para los políticos, esta tarea quedaba encomendada al director general del Servicio de Salud. Es obligado mirar fijamente a los ojos del interlocutor debutante en los intríngulis del Govern Armengol, cuando le informas de que la número uno era Patricia Gómez y el número dos el doctor Juli Fuster Culebras, casualmente marido de la consellera. El «¿¡cómo!?» es inevitable.

Gómez no se abstuvo, y nombró director general a su pareja en la reunión pertinente del Consell de Govern. Como Napoleón, y aquí se agotan las comparaciones. Podemos protestó tibiamente ante el nepotismo flagrante, pero solo hasta que la ministra Irene Montero colocó al padre de sus hijos de vicepresidente del Gobierno. Para rematar el sainete, el director general del Servicio de Salud y esposo de la consellera fue obligado a dimitir tras inmiscuirse innecesariamente en unas oposiciones de su hija, también médica y sobrada de méritos propios a diferencia de los otros protagonistas de este párrafo.

Debería quedar claro a estas alturas que la consellera de Sanidad íntima de Armengol carecía de autoridad para ser autora del contrato fallido, y mucho más para oponerse a la entrega fraudulenta o para reclamar el dinero abonado con prontitud. Su currículum para acceder a esta noble página lo inscribió la Guardia Civil, con una prosopopeya que hubiera emocionado al duque de Ahumada:

«El 8 de mayo de 2020, el Servicio de Salud de las Islas Baleares, ente público de carácter autónomo adscrito a la consejería de Salud y Consumo del Govern, siendo la presidenta del Consejo de Gobierno del citado Servicio la Consejera de Salud de Baleares, Patricia Juana Gómez i Picard, adjudicó el contrato con número de expediente SSCC EM 226/20 a Soluciones de Gestión para el suministro de mascarillas FFP2 por un importe de 3.719.500 euros IVA incluido». En efecto, el Picard se remonta a Francia por vía materna. Y también en efecto, la Guardia Civil conoce mejor la participación de la confidente de Armengol que la propia interesada. Si lo duda y tiene la oportunidad de cruzarse con la diputada socialista, pregúntele a bocajarro:

-¿Cuál es el importe del contrato a la trama de Koldo?

No solo se quedará sin respuesta. Antes de que Patricia Gómez pueda esbozar una sonrisa a juego con su amabilidad natural, se habrá interpuesto Iago Negueruela, el conseller para todo de Armengol. Sus competencias teóricas se limitaban a Turismo y Trabajo pero, en ausencia de un discurso coherente de Salud, el amigo personal de Yolanda Díaz funciona como apagafuegos. «La orden era quedarnos con todo el material sanitario», en esta vaguedad oracular se resume la valiosa aportación de la diputada exconsellera a desenredar la madeja de Koldo.

Amanece el final con la satisfacción del deber cumplido, de haber dedicado más atención a la confidente de Armengol que el celo desplegado por Patricia Gómez en la contratación fraudulenta. Por no mover ni un dedo en tres años de pasividad, la desapercibida ha estado a punto de descalabrar el Gobierno entero de Pedro Sánchez. Dios nos libre de los inocentes, que los malvados se destruyen entre ellos. Esperen a que Koldo, Aldama y demás familia se despedacen públicamente.

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