EL DESLIZ

Ábalos en la inopia

El exministro socialista no se enteró de los presuntos tejemanejes de su asistente personal, andaba ocupado en buscar fraudes de los ciudadanos de Balears en los descuentos de residentes para volar

Ábalos en la inopia

Ábalos en la inopia / Ilustración Elisa Martínez

Pilar Garcés

Pilar Garcés

Hay gente que no se fija. El exministro de Transportes, ex secretario de Organización del Partido Socialista y ahora diputado del grupo mixto José Luis Ábalos es uno. Mucho podría aprender el otrora hombre de confianza de Pedro Sánchez de mis amigas y yo, cuando por fin conseguimos cuadrar calendarios y sentarnos a comer en amor y compañía. Una por una nos damos el repaso: algo te has hecho en la cara, y ese collar, y esas cejas, esos zapatos valen un ojo de la cara, te has aclarado las mechas, te has cambiado las gafas, y ese viaje saldrá carísimo, ¿no? Para rato cualquiera de nosotras se iba a comprar un par de pisos en Benidorm y un solar edificable de la leche, y luego iba a meter cincuenta millones en la cuenta de ahorros sin que las demás se coscaran. Pero claro, somos avispadas mujeres multitarea. Ábalos no se enteró de los presuntos tejemanejes de su asistente personal Koldo García porque vive en el mundo del Pequeño Pony, así se lo ha hecho saber con su poquito de altanería a quien le ha preguntado al respecto estos días. Ese escándalo del que usted me habla. Increíble que la persona que va siempre a la verita tuya se esté posiblemente forrando con un negocio tan miserable como ser comisionista de mascarillas en plena pandemia y tú ni flores. In albis, en la inopia. Ni cuando recibió abundantes comentarios de miembros del propio PSOE sobre los sospechosos comportamientos de su ayudante y sombra, que tanto nos recuerda a Juan Guerra en genio y figura, cayó en la cuenta el exministro de que podía haber algo de corrupción pegada a las suelas de los zapatos del tipo que viaja en el asiento del al lado del coche oficial. Hay gente con un nivel de conciencia bajo, qué le vamos a hacer. Puede que el presidente del Ejecutivo sí sea más rápido a la hora de percatarse de las cosas que ponen en peligro su Gobierno y por eso fulminó a Ábalos en un momento dado sin mayor explicación. Lo que no sabemos es por qué luego le recuperó, pero tiene un gran problema porque anteayer disponía de los votos muy justos y hoy más todavía.

Dicen los politólogos que Ábalos como mínimo tendría ‘culpa in vigilando’, o sea, por fallar en su obligación de supervisar a quienes trabajan a sus órdenes. Y no es que no le gustara a él muchísimo fiscalizar al prójimo. Cómo olvidar cuando allí por 2019, el por entonces ministro de Transportes amenazó con cruzar los datos de Hacienda de los ciudadanos de Baleares porque estaba convencido de que se producían abusos en la gestión de los descuentos de residente para volar. En el propio Congreso de los Diputados, cuya puerta le ha enseñado el Partido Socialista, se despachó sobre «evitar actitudes perversas» y apuntó la posibilidad de modificar el sistema de bonificación para evitar fraudes. Resultó realmente ofensivo que pusiera bajo sospecha a toda una población acostumbrada a pagar dinerales por cualquier birria de viaje, mientras en el Telediario se inaugura otra línea de alta velocidad en la Península y otra autopista más sufragadas por las arcas públicas. Fue muy feo e injusto, suscitó una reacción inmediata de sus propios correligionarios en el Govern y Ábalos tuvo que recular. Todo ese tiempo que pensaba invertir en inspeccionar a los contribuyentes isleños, presuntos trincadores de subvenciones aéreas, lo pudo el ministro dedicar a otros menesteres más productivos. Como observar detenidamente a su amigo Koldo García, que estaba floreciendo espléndido a su sombra. Empeñado en discutir el chocolate del loro, tenía muy cerca un buen pájaro.

Ábalos en la inopia

Ábalos en la inopia / Ilustración Elisa Martínez

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