PENSAMIENTOS

Qué bella es la vida

Un recién nacido es una alegría, no solo para sus padres. Las buenas gentes disfrutan en presencia de una criatura. Ver a un infante nos vincula, automáticamente, con la humanidad

Esperança Ramis, de 99 años, y Magina Serra, de apenas un mes

Esperança Ramis, de 99 años, y Magina Serra, de apenas un mes / Joan Florit

Felipe Armendáriz

Felipe Armendáriz

La localidad mallorquina de Sencelles fue escenario, hace unos días, de un maravilloso homenaje a la vida. El pueblo celebraba sus fiestas patronales, en honor de Santa Àgueda, una mártir cristiana a la que muchas madres, a lo largo de los siglos, han invocado para poder criar a sus hijos con salud.

Uno de los actos centrales de los festejos fue el homenaje a las mujeres mayor y más joven de la localidad. El Ayuntamiento podía haber dispuesto agasajar a las personas de tal condición con independencia de su sexo, pero Santa Àgueda es una fiesta femenina.

Las protagonistas de este año fueron Esperança Ramis, de 99 años, y Magina Serra, de apenas un mes. El encuentro fue mágico, a pesar de que, lógicamente, no pudieron hablar entre ellas.

Esperança cogió en su regazo a la bebé, que lucía una abundante cabellera y estuvo durante la ceremonia tranquila y calladita. La maternidad es algo que se lleva en los genes: nunca se olvida.

Un recién nacido es una alegría, no solo para sus padres. Las buenas gentes disfrutan en presencia de una criatura. Ver a un infante nos vincula, automáticamente, con la humanidad. Quizá sea un ancestral espíritu de pertenencia a la tribu lo que nos hace congratularnos con la presencia de un ser tan pequeño e indefenso.

Los abuelos, por regla general, gozan con los nietos. Los miman más que a sus hijos. En muchas familias se ocupan de llevarlos y traerlos del colegio; acompañarlos a las actividades extraescolares; darles de comer y ayudarles en sus tareas. Los padres están muy estresados, secuestrados por sus trabajos.

Una iniciativa muy loable es el acercamiento de niños y jóvenes a las personas mayores. Algunas residencias potencian este tipo de contactos, una lección de vida para las nuevas generaciones.

Volviendo a Santa Àgueda, Ramis, muy emocionada y alegre, comentó a IB3 Televisió que hasta entonces «era la mujer más pobre del pueblo», pero que ese día parecía «la más rica». Por su parte, Mercè Muntaner, la madre de la niña, manifestó, toda ilusionada, que se había portado muy bien, aunque era un poco «fiestera» por las noches.

Casi un siglo separa a las dos mujeres. Esperança nació a mediados de los años 20 y ha vivido la mayoría del siglo XX, con sus guerras, hambres y avances científicos, médicos y tecnológicos. El mundo de su infancia no tiene nada que ver con el actual. Estaría muy bien preguntarle qué piensa al respecto.

Magina tiene una esperanza de vida de 85,64 años, al haber venido al mundo en Balears. Si Dios quiere llegará hasta el final del siglo XXI. Quizás pueda imitar a su paisana y penetrar en el XXII. Entre las dos podrán haber vivido unos 190 años. Ahí es nada.

La casi centenaria pasó de los carros de mulas a los coches eléctricos y los aviones supersónicos. ¿Cuáles serán los medios de transporte del futuro?

Ramis creció en una Mallorca rural, semianalfabeta, clerical y con marcadas clases sociales. Magina ha llegado acompañada de la Inteligencia Artificial, el tremebundo cambio climático y el miedo a la guerra nuclear.

Lo que parece que no va a mudar es el capitalismo como sistema económico y el egoísmo como cáncer humano. El fútbol tampoco morirá. La madona fue bautizada durante la dictadura de Miguel Primo de Rivera. La niña ha nacido en una democracia zarandeada. ¿Habrá libertades en las décadas venideras?

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