Tribuna

Un plan Maquiavélico

El primer Ministro de Israel, Benjamin Netanyahu

El primer Ministro de Israel, Benjamin Netanyahu / EP

Rubén Rial

Rubén Rial

Ya se ha reconocido que el Mosad, el poderoso servicio secreto de Israel, conocía de antemano los planes de Hamás. Primero, Netanyahu negó haber sido advertido por su servicio secreto. Un poco más tarde, el New York Times, lo ha confirmado, pero esta vez Netanyahu responde afirmando que no esperaba que Hamás pudiera llegar al extremo que ha llegado.

La primera respuesta de Netanyahu ya pereció poco convincente. Ha dado pruebas muy convincentes de su intolerancia hacia los Palestinos. Pero la segunda lo es aún mucho menos. La convicción sobre la eficiencia del Mosad está bien reconocida internacionalmente y parece imposible que el servicio secreto israelí se sentara a hablar con el presidente de Israel y comentara que se preparaba un ataque por parte de Hamás y después consideraran que dicho ataque sería poco importante lo dejaran todo con un «ya veremos». 

Ningún dirigente dejaría las cosas de esta forma y es dudoso que tanto el servicio secreto israelí como el mismo Netanyahu lo dejaran pasar como una posibilidad remota. Pero hay una posibilidad de que todo obedeciera a un plan maquiavélico: es verosímil que Netanyahu dejara que todo el plan de Hamás discurriera, aceptando las muertes y los secuestros de sus conciudadanos. En conjunto, serían los costes de un gran plan: el exterminio total del pueblo palestino. En realidad, el más perverso y maquiavélico de los planes. Pero ha dado un resultado espectacular: toda la población de la franja de Gaza está a punto de desaparecer: primero, fuerzan que todos vayan al Sur, allí estarán seguros, pero no sólo bombardean el norte, sino también el sur. Su excusa para bombardear hospitales: allí se guarecen los miembros de Hamás que usan la población civil, las mujeres y los niños como escudos. Pero esta explicación es indemostrable: la afirma Netanyahu que, a la vez, es juez y testigo.

Es evidente que todos los supervivientes palestinos al genocidio que Netanyahu se propone serán, en cuanto tengan ocasión, fervientes enemigos de Israel. En realidad, es imposible que algún superviviente sienta otra cosa que el más feroz de los odios y deseos de venganza, deseos y odios que cumplirán en cuanto tengan ocasión. Netanyahu, que no es nada estúpido, lo sabe bien. Lo que significa que tiene dos opciones: vivir en una guerra eterna, o exterminar a todos los palestinos. Es evidente que ha elegido la segunda opción. Todo el mundo afirma que Israel es un estado democrático que tiene derecho a defenderse de los ataques terroristas. Pero esto es una falsedad. Desde que se creó Israel, no ha dejado de cometer actos que han sido repetidamente declarados ilegales por la ONU. Sin el apoyo de los Estados Unidos, todos estos actos habrían sido declarados como arquetipos de terrorismo. Pero consiguieron que Isra fuera proclamado un estado democrático y Hamás una organización terrorista.

Todo lo dicho es evidente. Pero la evidencia alcanza niveles brutales al ver en la televisión el asesinato inmisericorde de niños. Israel no pretende exterminar Hamás; su principal objetivo es matar los niños palestinos, los que en el futuro serán los nuevos «terroristas» que nunca dejarán de odiar a Israel y usarán todos los medios para vengarse. Su segundo objetivo son las mujeres: al asesinarlas están matando también a sus hijos presentes y futuros. Solamente los viejos pueden salvarse: de todas formas, morirán pronto. El éxito de Israel es seguro. Está utilizando todos los medios legales e ilegales para apoderarse de toda Palestina: es la tierra de leche y miel que Yahvé prometió a Abraham. Tienen todo del derecho (están convencidos) a recuperarla.