Al Azar

Libertad de presión ultraderechista

El presidente del Gobierno franquista, Luis Carrero Blanco, delante de Franco.

El presidente del Gobierno franquista, Luis Carrero Blanco, delante de Franco. / El Periódico

Matías Vallés

Matías Vallés

La ultraderecha ha descubierto con notable esfuerzo la libertad de expresión. Sin embargo, todavía no ha llegado a la lección donde se enseña que es ilógico sentar en el banquillo a raperos, titiriteros y chisteros sobre Carrero Blanco, para exigir a continuación manga ancha cuando se apalea, se tritura y se cuelga de momento por la cabeza a un monigote de Pedro Sánchez. Los magistrados de la Audiencia Nacional y el Supremo que han firmado generosas condenas a años de cárcel por insultar a un Rey Emérito, o por proponer atentados desde un escenario, deben piafar ante las cadenas que caerán sobre los profanadores in effigie del líder socialista. De momento, los portavoces ultramontanos se muestran más benévolos con los denigradores de un presidente del Gobierno en ejercicio que con los exaltados sobre monarcas, dictadores o terroristas caducos.

Para defender las opiniones o escenificaciones que agradan, no se precisa la libertad de expresión, que empieza cuando duele. Los ahora contempladores silentes del guiñapo de Sánchez han de explicar su prosa desatada para contribuir a la condena del pelotón de supuestos artistas encabezado por Valtònyc, dicho sea sin ánimo de reivindicar al revolucionario que remató su carrera pidiendo perdón a la Guardia Civil. En cuanto al PSOE, no necesita ponerse estupendo ni enaltecer su contribución impagable al exterminio del libre discurso, denominada delito de odio. Esta figura copiada de Tony Blair fue concebida para proteger a los colectivos desvalidos, antes de colocarla al servicio de los poderosos y de los cuerpos armados.

A la ultraderecha no se le ocurriría reivindicar la libertad de expresión, se conforma con la libertad de presión. Núñez Feijóo reivindicó en su mensaje navideño que no solo contaba con más votos que nadie, sino que también era el campeón nacional en las cifras de movilización callejera. Este título es una admisión de la impotencia o incompetencia en la formación de un Gobierno. Al relativizar la ejecución de Sánchez, el jefe de la oposición ha de recordar que el candidato más probable a sustituir al socialista en la piñata a garrotazos tiene un nombre. Feijóo.

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