Editorial | Lección de vida desde la propia muerte

El coordinador de trasplantes de Son Espases, Julio Velasco.

El coordinador de trasplantes de Son Espases, Julio Velasco. / MANU MIELNIEZUK

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Ya en tiempo de descuento, en los últimos días del año, abundan los análisis de balance del ejercicio y de proyecciones de lo que se avecina. Sesudas reflexiones sobre el devenir de la política, la economía, el clima, la tecnología…, con conclusiones que en la mayoría de las ocasiones alimentan el desánimo por la magnitud de los retos en un contexto complejo y correoso, que dificulta el entendimiento para la construcción de un futuro mejor. Muerte y devastación en Ucrania y Gaza, polarización política, desigualdad, feminicidios, calentamiento del planeta, inquietante desarrollo de la inteligencia artificial… Pero mientras hay vida, hay esperanza.

Entre los balances presentados en las últimas ediciones por este diario, uno ha despertado especialmente el interés de nuestros lectores. El coordinador de trasplantes de Son Espases, Julio Velasco, repasaba las actuaciones de su departamento y se detuvo emocionado en la historia de dos pacientes que habían solicitado la eutanasia por padecer enfermedades neurodegenerativas terminales y dolorosas y al mismo tiempo habían decidido que, tras ser ayudados a morir dignamente, donarían sus órganos para dar vida a otras personas. La intervención permitió obtener dos hígados y cuatro riñones para seis pacientes que podrán prolongar su existencia entre treinta y sesenta años más. Toda una lección de vida que nos reconcilia con las mejores potencialidades del ser humano.

Esta gesta ha sido posible por la generosidad de dos personas que no podían seguir viviendo en las condiciones en que se encontraban y no tenían horizonte de mejora, pero que sí podían ampliar el de otros enfermos con la entrega de sus órganos sanos. También han resultado claves los avances científicos y legislativos por los derechos humanos, en concreto por el derecho a una muerte digna, que a estas alturas algunos sectores siguen cuestionando de forma incomprensible.

Nada más polarizante que la vida y la muerte. Pero si es posible dar vida a partir de la propia muerte, con todas las garantías de un proceso de eutanasia y los avances de la ciencia en el campo de la sanidad, tiene que haber opciones para la superación de las dificultades mundanas de nuestro tiempo. No parecía posible el diálogo entre Sánchez y Núñez Feijóo, pero finalmente han acordado modificar la Constitución para eliminar la palabra ‘disminuido’. Un despropósito que hayamos tenido que esperar 45 años desde de la promulgación de la Carta Magna para corregir algo que no admite discusión, que solo era cuestión de voluntad política. Hay muchas más urgencias en espera, que no deberían demorarse por razones de estrategia política ni plantearse en términos de réditos políticos. Para bien o para mal se las iremos contando con rigor informativo y pluralidad de opiniones. Hoy toca desearles un feliz 2024.