La vocación que precisan los profes

Álex Sàlmon

Álex Sàlmon

Las informaciones a toda página sobre los resultados del último informe PISA demuestran que la educación es una de las principales preocupaciones de la sociedad. Nadie puede consolarse con que el nivel haya bajado de forma generalizada. Todo lo contrario. Eso debería alarmarnos más.

Si la educación falla en una sociedad es la propia sociedad la que se resiente. Los cursos de primaria, seguramente los más importantes de todos los ciclos formativos, forman los cimientos. Y si esas columnas no están bien construidas el edificio no aguanta. Y así vamos.

Habrá que fijarse en la comunidad autónoma española que mejores resultados ha dado, y esa ha sido Castilla y León. Pero menudo problemón. La autonomía que mejores resultados da en PISA es una que básicamente ha sido gobernada por el PP. Lío existencial. ¿Cómo es posible? ¿La derecha educa mejor?

Menos el primer presidente de esa comunidad, Demetrio Madrid (PSOE), sustituido por una injusta imputación judicial de la que después fue absuelto, el resto han sido presidentes del PP. Y el listado es de altura. José María Aznar, que ganó a los socialistas por primera vez en el descubrimiento del personaje, Jesús Posada, Juan José Lucas, Juan Vicente Herrera y Alfonso Fernández Mañueco. Si ahora añadimos que gobiernan con Vox, el ejemplo de Castilla y León se hace casi imposible para una parte de la sociedad.

Y ese es el eterno problema en este país, donde desde el inicio de la democracia han existido ocho leyes de educación, algunas que ni llegaron a funcionar. Juguemos a las letras: la LOECE (1980), la LODE (85), la LOGSE (90), la LOPEG (95), la LOCE (02), la LOE (06), la LOMCE (03) y la LOMLOE (20). Las dos últimas conocidas como la ley Wert y ley Celaá.

Lo cierto es que los gobiernos populares en Castilla y León habrán hecho lo suyo, pero su verdadero éxito no debería recaer en el político, sino en el profesorado, la mayoría rural y vocacional. Y es que, si la política no cultiva esa vocación educativa, por encima de siglas y sindicatos, la comprensión de lo que ocurre será deficiente. Como el informe.

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