Cantante, compositora y productora

Limón & vinagre | Karol G: Belleza, frescura, triunfo y poder

La cantante Karol G posa antes de la gala de los Grammy Latinos, en Sevilla, el pasado jueves.

La cantante Karol G posa antes de la gala de los Grammy Latinos, en Sevilla, el pasado jueves. / E.P. / Rocío Ruz

Jose María de Loma

Jose María de Loma

La misión es retratar a Karol G. Documentación, documentación. Antes iba uno raudo a Google o a la hemeroteca, pongamos, la Nacional, en calle Magdalena, Madrid, parada de metro Antón Martín. O a la de su ciudad, tal vez la municipal, o la del propio diario. Ahora lo mejor es ir a Instagram.

Entre desayunos aguacatosos, puestas de sol, muslos, influencers, políticos, amigos y nutrientes varios, están las celebridades de cualquier disciplina. Ahí se confiesan, y a no ser que hayan comprometido, no es el caso, la exhibición de sentimientos en el ¡Hola! o similar, su prosa suele dar muchas pistas.

Nuestra protagonista de hoy, y admirada, Carolina Giraldo Navarro (Medellín, 14 de febrero de 1991), conocida artísticamente como Karol G, cantante, compositora y productora, declara su contento en la citada red. Afirma, refiriéndose a su último álbum, que «nadie nunca sabrá cuánto significa para mí, el trabajo y el amor que hay detrás de su creación y las cosas lindas que ha traído a mi vida».

Por si alguien no opinaba que el colombiano es el mejor español hablado, el más atractivo, musical y rico, ahora puede también discutir sobre si es el mejor también por escrito. Yo creo que Karol G adjetiva mejor que algunos escritores, aunque bien es cierto que el cante que pegan no pocos tal vez los sitúe como competidores de Karol G, triunfadora, una de ellas, de los Grammy, con tres premiazos. Claro que, como dice en Bichota, «Tú pa’ darme like en el Insta eres veloz / Pero se rumora por ahí que eres precoz», así que ojo con las aquiescencias.

Karol G, bella, empoderada, sugerente, maestra en el dominio del escenario, lanzó su primer sencillo en el año 2007, En la playa; en 2008 publicaría su segundo sencillo, titulado Por ti. Más tarde vinieron Dime que sí, Así es el amor y Me ilusioné. Sus ritmos y letras, atención que se mete uno a crítico musical, acompañan ya no solo a los jóvenes y no jóvenes del orbe latino. También al mundo entero. Pero ojo, como ella misma dijo en un concierto respecto a algunos de sus temas, «no se pongan borrachos esta canción».

Canta al mundo entero, decimos, como su paisana Shakira, con la que ha colaborado algunas veces. El mundo se divide en Shakiristas y Karolistas, que no Karlistas, aunque Shakira, también muy protagonista en los Grammy, esté de actualidad -y tal vez perdiendo partidarios- por el juicio que comenzó ayer lunes y en el que aceptó el pago de una multa millonaria a cambio de una rebaja de condena que evitará su entrada en prisión. Admitió ante la Audiencia de Barcelona que defraudó 14,5 millones a Hacienda entre los años 2012 y 2014. Evitará la cárcel, pero no el epíteto de caradura, defraudadora y monotemática. El despecho es un género, un tema, literario y musical. El despecho contra Piqué comenzó siendo simpático y ahora es cansino.

Karol G brilló en Sevilla, en una gala que costó, al menos, 24,6 millones de euros de las arcas públicas. De ellos, 18,4 millones están financiados con los fondos europeos, 4,7 los pagó la Junta de Andalucía y 1,5 el Ministerio de Cultura. Algo hemos avanzado: antes Europa nos hacía las autopistas y ahora nos financia galas. Podrían haber invitado al canciller alemán, Olaf Scholz. El retorno para la ciudad (la Junta se empeña en decir que para Andalucía) se ha cifrado en cien millones. Todos contentos.

Menos Pablo Alborán, que lleva injustamente 29 candidaturas en estos premios sin haberse llevado ninguno. Todos contentos, y la que más, Karol G, de la que anotaremos su frescura y talento sin ahondar mucho más en terrenos procelosos, su relación con Feid, el número de hijos que quiere tener, su crecimiento en una familia numerosa, a no ser que queramos que nos dispense la frase que en forma de tuit emitió hace unos días: «Al chismoso hay que tenerlo confundido», una forma más contundente, quizá, del manido «ladran, luego cabalgamos» o de aquello de que no hay que dar tres cuartos al pregonero.

Su vida interesa, su música fascina, su carrera asciende; los Grammy la bendicen, el público la jalea y su ritmo intenso de trabajo le va procurando un camino hacia la omnipresencia. Al menos en el mundo, del que no salen, que para no pocos constituye la música.

Los Grammy Latinos vuelven el año que viene a Sevilla, donde tal vez estará de nuevo La Bichota, canturreando quizá eso de «Me siento bichota sin salir del bloque / To’ me quieren partir y no tienen con qué». Prosa de reguetón, polisemia de nuestros días.

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