Baleares ante un nuevo Gobierno de Sánchez
Tras el intento fallido de Alberto Núñez Feijóo, Pedro Sánchez se encamina hacia una holgada investidura y a otra legislatura de vértigo. Salvo sorpresa de última hora, el socialista revalidará como presidente por 179 votos (PSOE, Sumar, Junts, ERC, PNV, Bildu y Coalición Canaria) frente a 171 (PP, Vox y UPN), superando en tres el umbral de la mayoría absoluta y en uno la lograda por Francina Armengolpara presidir el Congreso. La mayoría de compromisos adquiridos son cesiones de competencias y medidas económicas en la más pura tradición pactista o de mercado persa, según se mire, instaurada desde la transición y aplicada por todos los inquilinos de la Moncloa cuando lo han necesitado. En esta ocasión, destaca la quita de parte de la deuda autonómica con el Estado arrancada por los catalanes pero extensible a todos los territorios, como ya ocurrió en el pasado con la cesión de tributos. Pese al alivio que puede suponer para Baleares, Prohens reclama con razón participar en la decisión. Las islas vuelven a la tradición de entenderse con un gobierno central de otro color, coyuntura que no debería frustrar una relaciones institucionales respetuosas y justas por ambas partes en beneficio de la ciudadanía.
El giro crucial para el desbloqueo político lo ha dado la controvertida amnistía para los condenados del procés. Los socialistas asumen que promoverán la máxima medida de gracia en una ley todavía por escribir y con todos los visos de que será recurrida. A cambio, los independentistas renuncian a la vía unilateral, como ocurrió el 1-O, y se someten al marco constitucional para canalizar sus iniciativas, incluso un posible referéndum. El acuerdo con Puigdemont entraña muchos riesgos, pero también oportunidades para seguir desinflamando. El alcance final de conceptos como lawfare, que ha revelado al mundo de la judicatura, puede resultar determinante. La inapelable y variopinta suma que sustenta la reelección de Sánchez, emanada de unas elecciones y posteriores acuerdos políticos, ha sido acogida con furibundo rechazo por parte de la oposición conservadora. Cargos públicos de Vox han protestado en concentraciones en que se pedía un «alzamiento» sin que hayan trascendido consecuencias. El PP del «gobierno ilegítimo» ahora ya habla de «golpe de Estado» y «dictadura». Las palabras importan y los términos elegidos en el legítimo derecho a la crítica política en democracia tienen consecuencias. Las imágenes de los disturbios de Madrid, las banderas nazis ante la sede socialista de Palma, las pintadas vandálicas en la de Sóller, así como las independentistas en la sede del Ayuntamiento de Felanitx, son un aviso del riesgo para la convivencia y apelan a la responsabilidad de las formaciones políticas. Todo incendio se origina por una chispa.
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