La fórmula Vera para la lengua en las aulas

Editorial

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Tras semanas tormentosas, Partido Popular y Vox han superado su primera gran crisis con un acuerdo de trascendencia para el modelo educativo y la convivencia. La ultraderecha levanta el bloqueo al techo de gasto para permitir la tramitación del presupuesto a cambio de un pacto para la implantación de la libre elección de lengua en las aulas cargado de condicionantes, que dista mucho de sus iniciales pretensiones y que cede la última palabra a los centros educativos, gestores finales de la virtual demanda de las familias. En el terreno político, Vox sale de la batalla entre socios derrotada y mermada, al abandonar uno de sus ocho diputados el grupo por discrepar de la radicalidad de los suyos. La ultraderecha, sumida en tensiones internas, ha pegado un volantazo en sentido del ‘díscolo’. Sin dar explicaciones, Vox abdica de su promesa electoral estrella por la que estaba dispuesta a tirarlo todo por la borda y se conforma con «un paso», en expresión de Jorge Campos. Ha sobrado gestualidad y ha faltado responsabilidad política ante un asunto de gran relevancia para la cohesión social. El Govern de Marga Prohens sale vivo, pero no ileso.

Atendiendo al clamor de las voces más regionalistas del partido, el conseller Antoni Vera ha resuelto con paciencia y habilidad el primer órdago planteado desde el extremismo de Vox. Ni Vera ni la presidenta Prohens han cedido ante el pulso ideológico y de poder planteado por sus ultramontanos socios de legislatura, con lo cual alejan el riesgo de un nuevo conflicto lingüístico en Baleares. Un plan que no modifica ninguna norma, tiene más de retórica que de cambio real y deja la última palabra a los claustros difícilmente puede enconar la respuesta de la comunidad educativa contra el Govern.

Habrá que ver, no obstante, si este episodio contribuye a sosegar los planteamientos incendiarios de Vox o a radicalizarles más en los desencuentros que sin duda volverá a tener con el Govern.

El fondo está por desarrollar y dependerá del criterio mayoritario de la comunidad educativa de cada centro, aunque se han marcado unas líneas maestras para posibilitar una transformación del modelo lingüístico vigente. En la primera etapa, que abarca hasta los ocho años, los padres podrán elegir el primer idioma de enseñanza en los colegios donde «sea posible». En Primaria y ESO podrán optar por recibir en castellano o catalán las asignaturas troncales si acuden a centros acogidos al «plan piloto voluntario» y «se estudiará» su implantación en Bachiller y Formación Profesional en el transcurso de la legislatura. Sujeto a disponibilidades humanas, materiales, presupuestarias y a la voluntariedad de los centros, «sin alterar la normativa vigente» y «sin segregación», según expuso el conseller Antoni Vera. El desarrollo de la fórmula será la prueba del algodón que permitirá descifrar cómo se puede elegir idioma en la primera enseñanza o dar matemáticas en catalán y en castellano sin separar al alumnado por lengua, una «línea roja» en palabras de la presidenta Prohens y de la mayoría social en las islas.

La política lingüística en Baleares se ha desarrollado pacíficamente durante décadas sobre la base de un envidiable y unánime consenso político, que sólo se rompió durante la bronca etapa de José Ramón Bauzá al frente del Govern, con las consecuencias que el PP conoce perfectamente y por las que no está dispuesto a pasar de nuevo.