Tierra de nadie

Materiales flexibles

Juan José Millás

Juan José Millás

Aquí lo importante, gobierne quien gobierne, es que no se alteren gravemente los fundamentos de la economía capitalista exagerada, de acuerdo con los cuales todavía se puede profundizar en las desigualdades, pues queda mucha clase media con rentas excesivamente altas para sus necesidades. Es mejor que vivan más apretadas y más temerosas de lo que les puede ocurrir si no se adaptan. El zapato neoliberal aprieta tanto que a veces conviene rebanarse los dedos para estar cómodo dentro de él. Y de eso se trata de que sean los propios contribuyentes los que se los recorten sin necesidad de acudir a los podólogos del Estado, que permanecen absortos en el diseño de los pies del futuro.

Eso es lo que hacen las hermanastras de la Cenicienta para que les entre el zapato de cristal: mutilarse las extremidades inferiores. Parece mentira que en un cuento tan antiguo aparezca ya esta metáfora sobre la necesidad de adaptar los miembros a la horma social. Otro caso espectacular es el de Procusto, el posadero de la mitología griega que serraba los miembros de aquellos huéspedes a los que les venían pequeñas las camas de su hotel y se los estiraba a los que les quedaban grandes. Tanto en el relato de Cenicienta como en el de Procusto se nos habla de la rigidez del sistema representado por el zapato y por la cama. Lo que vienen a decirnos es que debemos ser nosotros quienes adoptemos el tamaño y la forma del Estado (del estado de la cuestión, sobre todo), porque el Estado está hecho de materiales poco flexibles: si lo tocas, se rompe.

A la sombra de esa rigidez creciente expresada, por ejemplo, en la frase «lo ha dicho Bruselas» (lo que dice Bruselas va a misa) florecen las consultas de psicología y psiquiatría. Lo primero que se hace hoy con un niño inadaptado, lejos de respetar esa rareza, de cultivarla incluso, es llevarlo al psicólogo. Si te adaptas mentalmente cuando eres pequeño, te evitarás que te corten los dedos de los pies, o que te sierren las piernas por las rodillas de mayor, depende de que hayas caído en el zapato capitalista del príncipe o en el lecho neoliberal de Procusto.

En fin.

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