Final feliz en Son Armadans

Miguel Vicens

Miguel Vicens

Los vecinos de Son Armadans se van a plantar en Cort el próximo 27 de abril para denunciar en el último pleno de la legislatura que una parte de su barrio, la que va de la calle Monsenyor Palmer a Marquès de la Sènia, se ha convertido en un parque temático de masajes orientales y de la prostitución encubierta, en un barrio rojo con una densidad de un local cada 50 metros, explotados todos ellos durante 15 horas al día, incluidos fines de semana y festivos, por sociedades cuyas actividades declaradas son la peluquería y los tratamientos de belleza y estéticos. Solo en el último mes han abierto dos negocios más en Marquès de la Sènia, en una concentración que amenaza la variada configuración de un barrio residencial.

Al lado del estanco, de la farmacia, del restaurante, de la peluquería, del colmado y de la tienda de objetos y complementos para mascotas hay ahora un local de masajes orientales, con su rótulo estridente y su empleada captando clientes en plena calle. Incluso detrás de la concurrida parada del bus, por donde pasan el 4 y 47, abre ahora también sus puertas otro negocio idéntico, pero mejor comunicado. 

La eclosión del barrio rojo se ha producido en los últimos ocho años con un gobierno municipal progresista en Cort que presume de cercanía a los barrios de la ciudad y el 8-M se llena la boca con discursos sobre los avances imparables de los derechos de la mujer. Pueden hacer todos los concejales una visita a las webs de estos negocios, contemplar allí las galerías de masajistas «bellas y sexys» que se muestras a los clientes. Y luego, con la venda en los ojos, seguir repartiendo licencias de apertura de peluquerías sin preguntarse en el departamento de actividades qué narices pasa en Son Armadans con el cuidado del cabello.

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