Tribuna

La cara oculta de la luna

Carmen Sánchez-Contador y Nina Parrón

La luna siempre nos muestra la misma cara, a la que permanece invisible desde la Tierra se denomina ‘La cara oculta de la Luna’. A nosotras, el debate sobre lo que se llama socialmente Gestación subrogada, nos recuerda a la luna y sus caras.

En el lado visible se encuentran quienes compran, pero solo conocemos los casos de la gente famosa con sus diferentes circunstancias, quienes enseñan sin ningún escrúpulo al bebé, esquivando la verdadera cuestión: que esto es explotación reproductiva de mujeres, va contra la dignidad humana y es ilegal en nuestro país. Y la esquivan con trampa, pues en estos tiempos de ultraliberalismo, hay países que sí lo permiten, países ricos como EE. UU. o pobres como India o Ucrania, de manera que las personas que quieren comprar bebés tienen un ranquin de países a su alcance según sus posibilidades económicas.

El lado invisible de este negocio son las mujeres gestantes y las donantes de óvulos. Como asociación feminista centrada en la salud integral de las mujeres, queremos poner luz en este aspecto fundamental, porque las gestantes y las donantes corren riesgos, y de esto no se habla. Este proceso supone que un hombre aporta semen con el que se fertiliza un óvulo de una mujer que se implanta en el útero de una tercera, consiguiendo así que ninguna de las dos pueda exigir futura relación con el bebé, al no haber relación genética con el embrión.

De lo que prácticamente no se habla es de las implicaciones en la salud de las mujeres que venden sus óvulos y de las que alquilan su útero. Tanto en una como en la otra el tratamiento se basa en la hiperestimulación ovárica inyectándose hormonas durante semanas, tomando antibióticos y medicamentos inmunodepresores para madurar óvulos y para preparar el cuerpo para la gestación. Es un tratamiento médico agresivo que con frecuencia produce dolor y riesgos ciertos de salud.

La evidencia científica nos indica que la hiperestimulación ovárica provoca entre otros síntomas distensión y dolor abdominal, pesadez, hipotensión, mareo, cansancio, diarrea, náuseas y un mayor riesgo de cáncer de ovarios. Además, los embarazos por subrogación tienen un mayor número de complicaciones obstétricas, como diabetes gestacional, hipertensión, placentas previas…. También la gestación suele ser más corta dando lugar a bebés prematuros y de bajo peso. Es habitual que en el procedimiento se implanten varios embriones y según los intereses de los compradores (número de bebés, sexo…) la gestante se debe someter a «reducciones fetales» para deshacerse de los embriones sobrantes. Y si se detectan malformaciones o determinadas anomalías genéticas se somete a la mujer a un aborto o la gestación queda fuera de contrato.

Tras el parto se les administra medicación para evitar la subida de la leche o bien se les obliga a extraérsela, pero no se les permite amamantar para evitar la creación de un vínculo entre ella y el recién nacido. Queremos resaltar que, por lo general, ni las agencias, ni las clínicas, ni los compradores asumen ninguna responsabilidad sobre la salud de la mujer después del parto. Las mujeres no reciben atención médica o psicológica durante la fase de recuperación postparto la cual suele ser lenta y complicada. Todo está a favor de los compradores, los contratos draconianos con la madre biológica, la obligación de ésta a seguir todo lo indicado durante los meses de embarazo sin ningún derecho de la gestante sobre su cuerpo y su vida.

Tal vez el hecho de que se trata de un proceso con riesgos reales hace que solo se planteen esta opción las mujeres vulnerables económicamente.

En cuanto a la Donación de óvulos, España es uno de los principales destinos de turismo reproductivo y el país europeo con mayor número de clínicas de fertilización que con frecuencia se anuncian en las universidades para captar a mujeres entre los 18 y 35 años que deberán demostrar buena salud. Se someterán a una hiperestimulación ovárica que hace que, si en un mes normal una mujer produce un óvulo, con el tratamiento produce hasta 20. En caso de que a medio tratamiento la joven decida echarse atrás, no recibirá compensación económica alguna y deberá abonar el coste de las pruebas y análisis que le hayan realizado hasta ese momento. Aunque según la Ley Española de Reproducción Asistida la donación debe ser altruista, las clínicas dan a las donantes unos 1.000 euros como «compensación económica por las molestias generadas, los gastos de desplazamiento y el tratamiento». El significativo número de clínicas de este tipo nos indica el tremendo negocio que supone.

El sistema capitalista exprime cada vez más a las mujeres trabajadoras obligándolas a retrasar sus embarazos hasta el punto de que tienen dificultades para concebir, debiendo recurrir a estas prácticas reproductivas. La Banca siempre gana en este sistema.

En cuanto a la compraventa de bebés en el extranjero, nos preguntamos cuándo el Estado dejará de actuar con cinismo y amoralidad e impedirá que la gente rica compre bebés en el extranjero y los pueda legalizar en nuestro país. Debemos recordar al gobierno que se debe proteger los derechos sexuales y reproductivos y estos van contra esta práctica; por muy ricos que sean los compradores, sus deseos no son derechos.