Opinión

Con esta fiscalía, robar dinero público sale gratis

Mateu Ferrer

Mateu Ferrer

Hubo un tiempo en que Juan Carrau nos enorgullecía como ciudadanos y contribuyentes; su encendida defensa de los intereses generales frente a las tropelías de Maria Antònia Munar o Jaume Matas eran memorables, y así con otros tantos corruptos. Cuando el entonces fiscal Miguel Ángel Subirán se sumó al equipo, la Fiscalía Anticorrupción de Balears cogió fuerza, y no digamos ya con el aterrizaje del mallorquín Pedro Horrach, el auténtico motor y líder intelectual, quien impregnó de un estilo propio al trío. Mientras su superior decretaba el archivo continuado de todo lo relacionado con políticos, los tres fiscales investigaban, acusaban y conseguían condenas ejemplares. Nos hicieron recuperar la fe en el civismo.

Para la historia quedan los grandes casos -Cola Cao, Turisme Jove, Palacete, Can Domenge, Palma Arena...-. Con el juicio de Nóos, llegó la decadencia del dream team. Horrach invirtió los papeles y pasó de acusador a defensor de la monarquía. No salió indemne, y además de terminar exhausto tuvo que reinventarse y pasarse al otro bando. Con Subirán de baja, nos quedó Carrau. Solo que ya no es Carrau.

El único fiscal Anticorrupción de Balears lleva demasiado tiempo entregado a pactar conformidades con las defensas, amén de secundar atenuantes por dilaciones indebidas en las que él mismo incurre. Se diría que su trabajo le da pereza o que ya no le motiva. El problema es que lo pagamos los demás.

En un último capítulo escandaloso, el Ministerio Público (?) libró ayer de la cárcel a Rodrigo Pérez Vila, el profesor del Conservatorio de Palma que se embolsó cientos de miles de euros públicos con docenas de facturas falsas. Sin ninguna modificación de los hechos, y con todas las pruebas a su disposición, el fiscal Carrau divide su solicitud de pena entre cuatro por la simple confesión del corrupto, que ya estaba más que pillado de antemano. Por cierto, el perpetuo seguidismo de la Abogacía del Govern es también de vergüenza.

Desconocemos si desde su papelón en el caso Cursach los abogados huelen su debilidad, o simplemente Carrau busca evitarse trabajo a él y a los jueces. Lo cierto es que desde que Horrach se marchó a defender a los malos, todas las causas por corrupción en Mallorca terminan con míseras multas para los acusados y sin penas de prisión con cumplimiento. De rositas, vamos. Ahí están los casos Peaje, Mar Blau o IME, todos con un final de despropósito.

Al romper su pacto con la ciudadanía, el fiscal que nos reconciliaba con la Justicia ha resultado ser una decepción. Mayúscula.

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