Cerrar la tienda con dignidad

Cuando el comité de notables, formado en buena medida por gente desencantada con el PSC de Maragall, que alumbró el movimiento ‘Ciutadans de Catalunya’ decidió dar un paso atrás en torno de 2005 para que aquella iniciativa ideológica, respuesta a la exacerbación identitaria del propio tripartito maragalliano, se convirtiese en partido y quedase en manos de profesionales de la política, saltó a escena un hábil empleado de banca que demostró dotes de liderazgo y consiguió que C’s se convirtiera en el mayor partido de la Cataluña no nacionalista y que, con un discurso claramente centrista –hasta el naufragio final, C’s se definió como liberal y socialdemócrata al tiempo-, logró convertirse también en la tercera fuerza del Estado en las primeras elecciones generales de 2019, celebradas el 28 de abril (obtuvo 57 escaños).

Pero en este punto, cuando Albert Rivera –el empleado de banca, ya ensoberbecido y deslumbrado - tuvo que gestionar este resultado, cometió uno de los más garrafales errores que se recuerdan: desdeñó la posibilidad de formar un gobierno de coalición con el PSOE, como ambos partidos habían intentado antes sin éxito, y provocó nuevas elecciones, con la idea de desbancar al PP y convertirse en el gran y genuino representante de la derecha. En noviembre de 2019, C’s cayó de los 57 escaños a 10.

Rivera se retiró de la política (no era concebible otra salida) y con él se fueron abochornados todos los valores individuales que le habían acompañado, pero algunos epígonos han pretendido mantener al agonizante con vida, y no lo han logrado. Es muy lamentable ver cómo Bel y Arrimadas, en lugar de cerrar la tienda con dignidad, se disputan los últimos jirones de un cadáver irresucitable.

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