Después de largos meses de incertidumbre y espera, Mallorca registra este fin de semana los primeros movimientos turísticos perceptibles del año. Son Sant Joan tiene programados 280 vuelos entre ayer y hoy. Por su parte, TUI prepara 30 movimientos para la semana próxima y unas operaciones de aviones que a partir del jueves serán diarias. Eso, en el caso de que no surjan nuevos inconvenientes. La Federación Hotelera de Mallorca ha puntualizado que, en las circunstancias actuales, no tiene sentido realizar previsiones más allá de dos semanas vista. La misma patronal se muestra consciente de que las primeras aperturas de hoteles que se producen están «sujetas a muchas variables y con escenarios efímeros». Sin ir más lejos, Alemania revisará su actual posición de apertura mañana lunes. Dado que la incidencia de contagios vuelve a estar al alza en el país, no resulta descartable que el gabinete de Angela Merkel imponga un nuevo cierre de fronteras.

De momento, la reapertura progresiva iniciada ha hecho que en este puente de San José «y con los máximos controles» permanezcan abiertos 57 hoteles. Se espera que en Semana Santa puedan hacerlo un total de 93. Será el 11% de la oferta potencial disponible.

Varios factores han incidido de manera clara sobre la decisión de iniciar esta tímida apertura de la temporada turística en Mallorca. De una parte, la pandemia está controlada en este momento, si bien en los últimos días registra un ligero repunte que deberá ser observado con atención. Por otro lado, es evidente que la sociedad, en general, está cansada de inactividad laboral y largas restricciones. Las empresas hoteleras, por su parte, han ejercido una notable presión para poder iniciar su actividad. No se puede olvidar, en definitiva, que Balears, en el último año, ha padecido un descenso de su PIB del 24%.

Dicho esto, dentro de la compleja situación actual, también hay que dejar constancia de algunos mensajes contradictorios que se remiten a la ciudadanía. De un lado se le pide que haga un último esfuerzo para controlar la pandemia y siga limitando sus relaciones sociales a un reducido núcleo familiar, pero por otro, se abren aeropuertos con insuficientes garantías de control efectivo. Sanidad Exterior no ha estado a la altura de las expectativas depositadas en ella, si bien parece que en los últimos días se toman medidas para incrementar su eficacia.

Estamos en un fin de semana antesala de la primavera pero con temperaturas invernales, lo cual hará que la gente se recluya en espacios interiores y por tanto con mayor riesgo de contagio. Entre estos espacios figuran las casas vacacionales, con un número de reservas considerables, pero difíciles de controlar en términos sanitarios por su propia naturaleza.

La presidenta Armengol ha dicho que el objetivo no es salvar la Semana Santa, sino el poder tener un buen verano, pero, qué pasará si aparece una nueva oleada de infecciones. Se entiende la premura y la necesidad económica de activar los servicios turísticos, pero no deja de ser una decisión muy arriesgada, entre otras cosas porque el mismo proceso de vacunación va muy retrasado y sigue topando con obstáculos inesperados. Balears es ahora mismo la única región del Mediterráneo abierta, pero se queda a la intemperie de demasiadas debilidades.