Suele omitirse que la condena a Valtonyc se subdivide en tres delitos. Seis meses escuetos por durísimas amenazas a un político ultraconservador, un año por injurias al Rey y dos años por enaltecimiento del terrorismo. Después de Corinna, cuesta creer que rimar "Borbones" con "ladrones" merezca tan acentuado castigo. Después del caso Infanta, emparejar "Urdangarin" con "Burger King" no parece exactamente un delito. Ahora mismo, la Audiencia Nacional ha archivado insultos a la Familia Real más crueles que los contenidos en las canciones del mallorquín, que la citada instancia condenó con saña. Respecto a los 730 días de prisión por jalear a ETA, cabría recordar que dicha banda terrorista ya no existe.

La justicia en exceso se parece mucho a la injusticia, comparen el trato despectivo brindado al artista en las sentencias con la sumisión reverencial al archivar las acusaciones de Corinna contra su novio regio. Valtonyc era un rapero menos que desconocido, que se dedicaba a exagerar para ampliar su ínfimo impacto. La Audiencia Nacional y el Tribunal Supremo entraron al trapo para conferirle la gloria y la fama internacional por los que suspira cualquier artista, y que sus canciones nunca le hubieran concedido. Para crear un fenómeno global, los magistrados se dedicaron a exagerar a su vez sin rebozo. El ridículo internacional de la justicia española se hubiera evitado con la condena precisamente más floja y clara, seis meses por amenazas a un político.

Cuesta dirimir si Valtonyc es un precedente o una consecuencia de Cataluña, otro ejemplo de sobreactuación judicial. Nueve personas democráticamente elegidas llevan un año en la cárcel sin haber sido juzgadas, pese a que no han causado ni un rasguño, ni siquiera han ofendido a personas concretas. Mientras la justicia española queda en evidencia en Alemania, en Bélgica y en Estrasburgo, en casa son populares y socialistas quienes exageran, al defender recientemente en el Congreso la vigencia en su actual redacción de las injurias al Rey. El artículo 490.3 del Código Penal señala a quien "injuriare al Rey o Reina, a cualquiera de sus parientes en línea recta, a la Reina consorte o al consorte de la Reina, al Regente o a algún miembro de la Regencia, o al Príncipe o Princesa de Asturias". En efecto, parece una letra de Valtonyc y así lo han interpretado en Bruselas.