Un militar de alto rango y en activo, preguntado por la situación en Cataluña en un acto público, ha manifestado que "cuando la metrópoli se hace débil" es cuando "se produce la caída" de las colonias, y que los "procesos" secesionistas tienen lugar igualmente "cuando el poder central es débil". Así ocurrió, ha recordado, cuando España perdió sus colonias en el XIX. No obstante, y por si hubiera dudas de su posición, ha dejado claro que no cree que el problema se resuelva con "el empleo de la fuerza".

Resulta inquietante oír estas opiniones de boca de un militar uniformado, por lo demás impecablemente ajustado a su papel democrático como se desprendió de toda su intervención, en la que se cuidó de no proponer fórmula alguna que saliera del marco estricto de la democracia, que es, como se sabe, el mejor método de resolución de conflictos.

Yo no creo, sin embargo, que España esté hoy débil. Hemos conseguido remontar una gravísima crisis y ahora estamos enfrascados en una lucha contra la corrupción, que vamos a ganar, y por la modernización del país, de la que saldremos airosos. El problema de Cataluña no es de debilidad sino de intransigencia, de falta de sentido democrático, de una carencia grave de comprensión y tolerancia en las rutinas democráticas. Pero el país está fuerte, y precisamente por ello resolveremos los conflictos. Con esfuerzo y dolor pero con éxito al final del camino. Nadie debe dudarlo porque nos va en ello el futuro.