Arranca el último motor. Era el que estaba más atascado y también el que había desplegado mayores revoluciones, muy por encima de la velocidad aconsejable, cuando aún no había baches ni alteraciones del terreno. Pero los excesos siempre, en cualquier orden, se pagan. El volumen de negocio y actividad constructora en Mallorca en temporadas de bonanza, aquellas no tan lejanas en que todo se vendía a cualquier precio, actuó igual que si esta isla fuera un continente de demografía y diversificación industrial y económica sin fin. Nada más lejos de la realidad. Por eso, con la desestabilización de 2008, su caída fue más profunda y en consecuencia, la recuperación más lenta y complicada.

Son los condicionantes y los excesos que sirven para explicar los retrasos palpables, porque no es hasta ahora cuando todo lo que se mueve en la órbita del ladrillo empieza a asentarse de nuevo. El primer cuatrimestre de 2014 sirve para establecer los cimientos de la actividad constructora surgida en Mallorca desde la crisis generalizada y la específica y más profunda del sector. Este periodo es el primero en que todos los indicadores de obras y construcciones, en cualquiera de sus vertientes, marcan signos positivos. Pueden hacerlo porque la inversión de la actividad en obras se ha incrementado en un 50%. Sin embargo, para tomar la justa medida de este dato sustancial, también hay que decir de inmediato que se viene de una larga época en la que, en algunos de sus momentos puntuales, se alcanzó a caer en un 70% y en la que se han llegado a derramar hasta 30.000 puestos de trabajo.

Sin echar las campanas al vuelo, porque tampoco abundan los elementos objetivos para hacerlo, ahora se puede decir que desde el mes de febrero se vuelve a crear empleo neto, que se restablece tanto la obra privada como la pública, ésta última gracias, en buena medida, a las reestructuraciones viarias que despliega el Consell de Mallorca con los fondos que recibe del ministerio de Fomento. En este apartado, sumando las intervenciones municipales, se ha pasado de una inversión cuatrimestral de 21,1 millones de los comienzos del año pasado, a los 59, 2 de 2014.

Por primera vez se vuelven a levantar pisos de nueva planta y se ha estimulado de forma significativa la remodelación de establecimientos hoteleros y de espacios comerciales. Por eso se puede decir ahora que los indicadores de 2013, todavía en descenso, con una inversión de 152,9 millones, alcanzan hoy una cota de 233,8.

Ahora que hay bases sólidas para establecer nuevas actividades entre grúas y andamios, dado el hambre de trabajo y negocio, se teme una guerra de precios a la baja que vuelva a desestabilizar al sector. Sin embargo, habrá que advertir que este no es el único peligro ni, probablemente, el más grave. Poco se hará sin recomponer una ley del Suelo que contenta a muy pocos y sin regular la actividad constructora en suelo rústico o sin estimular la rehabilitación de incontables inmuebles en desuso. Mallorca sigue siendo una isla muy concreta, sobredimensionada en exceso y que requiere ser tratada con seriedad como tal.